Que no es ningún sabio chino, sino la versión gallega de San Julián, o San Jenaro dicen otros. El día de Santiago fuimos de excursión a Cariño. Pasando por la ría de Ortigueira, que hay que rodearla toda, se ven algunos de los paisajes más bonitos que se puedan ver en España o en otra parte; y Cariño permanece un poquito como atascado fuera del tiempo, en un rincón apartado de la realidad donde no pasan muchas cosas. Nos llegamos con unos amigos de Beatriz al cabo Ortegal, donde se ve un paisaje impresionante de acantilados e islas de roca, con una flota microscópica de barcos en torno a ellas—engaña la perspectiva. A lo lejos se ve la punta de Estaca de Vares (o Bares), que vemos desde el otro lado cuando nos vamos a la playa de Xilloi. Bien, pues bajando hacia el pueblo, en una ladera del cabo, se encuentra la ermita de San Xiao, donde hacen los de Cariño una romería en enero, debe ser la más tempranera del año.
Es una iglesita diminuta, que se abre con una llave que hay colgada a la puerta de una casa un poco más arriba. Y entre otras figuras de vírgenes y santos, ahí está la de San Xiao, una figura al estilo de 1600 que lleva una escopeta. Debe ser el único santo con escopeta. Hombre, al lado está la figura de San Miguel dándole al diablo, pero ese lleva espada, o lanza. Lo de la escopeta tiene su historia, claro, que los santos no pasean por ahí sus atributos porque sí.
Resulta que este Xiao era cazador, nos cuenta la leyenda, y vivía en una casita del monte aislada. Y volviendo un día a casa, ve metidas dos figuras en su cama. Pensando que su mujer estaba refocilándose con otro, ni corto ni perezoso les pega allí mismo dos tiros. Y al salir de casa "cuál no sería su sorpresa" al ver a su mujer, que le venía y le dice que habían llegado los padres de él de visita, y que como estaban muy cansados, les ha dicho que se echasen en la cama. Resulta que creyendo hacer un castigo de honor, se había convertido en parricida.
Drama, desesperación, arrepentimiento, penitencia. Y de allí a santo. Como se ve, la historia tiene su moraleja y su ironía trágica, algo así como "no hay que precipitarse—vamos, que la intención era buena, pero sorpresas te da la vida...."
Tela, lo de San Xiao.
Relacionado con esto, me leía en Ghosts of Spain algo que no sé si entiendo bien sobre el código civil de hace cien años. Decía, creo deducir, que si el marido que mata a su mujer y al amante de ella no lo hace al pillarlos in fraganti, sufrirá pena de destierro. Entiendo que quería decir no que fuese obligatorio matarlos, bajo pena de destierro (por cabronazo consentidor que nos rebaja las gónadas patrias, etc.) sino que si en el sofocón del momento los mata, no hay pena alguna, pero que si los mata después, de modo meditado y vengativo, será desterrado como castigo. En cambio, si el celoso marido sólo les causa lesiones de menor importancia (¿a posteriori, se entiende?) no hay castigo alguno. De la venganza de la mujer no dice nada, creo.
Vamos, que lo de San Xiao era parte del paisaje peninsular, no sólo del cabo Ortegal. Y aún tendría intención cristiana la cosa.
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