Pasan por sabios de
juicio inalterable, con bibliotecas técnicas a sus espaldas, que han
dejado atrás carreras acumuladas casi imposibles para un mortal;
miembros de las mil y una academias y sociedades, hombres serios que no
han tenido nunca tiempo para pamemas. Magistrados de solemnidad tan
estratosférica que te caes para atrás, gente tan encumbrada que hay que
llegar a ellos arrastrándose por la moqueta. Pero Audis y Reaudis y
recepciones y cenorras de a mil euros que no falten. Y gemelos en las
camisas por descontado—¿botones a ellos? Que aún hay clases, hombre.
Y
luego resulta que se arropan las espaldas unos a otros, y actúan según
consignas, con un corporativismo atroz, plegados abyectamente a las
instrucciones que les llegan radiadas por los sobreentendidos entre
caballeros. Resulta que son gentes que están ahí para que no se desmande
la cosa, vamos, y para que la justicia vaya a donde tiene que ir, o
sea, a plegarse a los intereses de quien corta el bacalao. El arte del
prohombre español consiste en llegar a la cima (con ayuditas, claro)
para una vez instalado allí en un tribunal o en un órgano colegiado,
contradecir en una resolución o en un juicio técnico las cosas que se
aprenden en primero de carrera. Pero hacerlo con cara de granito, y
sentando cátedra, y sin nadie que te lo enmiende. En suma, que están
allí para hacer lo contrario de lo que se supone que deberían hacer,
para pudrir el sistema, y estafar a todo el mundo, y repartir favores
por lo bajini, en el mejor estilo nacional, y hacer circular la pasta.
Pero a lo grande. ¿Que hay que aprobar que Cataluña es otra nación que
España? Que les digan dónde hay que firmar. ¿Que hay que decir que la
constitución del 78 consagra el derecho a los hombres a casarse con los
hombres? Marchando.Y si hay que decir que lo blanco es negro—pues sin
pestañear, que para eso somos los expertos.
Y sólo muy de vez en
cuando alguna sentencia que viene de fuera, de Estrasburgo por ejemplo,
de fuera de su red de intereses y corruptelas, les saca los colores.
Bueno, se los sacaría, si hubiese colores que sacar. Al pairo se las
traen estas sentencias, mientras el corral siga bajo control. ¿Cinco mil
euros de multa? En la primera cena se los chafan.
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