Estos días estoy a
vueltas con la Fenomenología del
Espíritu de
Hegel, que va a ser uno de mis libros de cabecera del verano, para
darle vueltas a este post sobre la crítica
dialéctica.
Bien, pues uno de los
primeros movimientos de Hegel consiste en desconstruir la "inmediatez"
de lo particular, reduciéndolo a lo universal, al concepto y al
lenguaje. Es un movimiento que prepara, por cierto, mucho de lo que
luego pasará en Derrida por perverso y original—hallar
mediación y complejidad y semiosis allá donde otros ven
sólo lo simple, directo, inmediato y presente.
Gramatología avant la lettre.
Uno de los argumentos
de Hegel (también Heidegger avant Heidegger) es
etimológico. La percepción no es inmediatez y contacto
del sujeto con lo individual y particular sin más, sino que
está ya "always already" mediada por el concepto, por lo
Universal. Para ello señala que la palabra alemana para
"percibir", Wahrnehmen, nos
remite a una relación con la Verdad, con la esencia de
algo—de lo percibido, una verdad que se encuentra más
allá de la particularidad accidental:
"al señalar
este pedazo de papel, la experiencia me enseña lo que es de
hecho la verdad de la certidumbre sensorial: lo señalo como un
"Aquí", que es un Aquí entre otros Aquíes, o es de
por sí un "simple estar junto de muchos Aquís"; es decir,
es un universal. Lo capto entonces como es en verdad, y en lugar de
conocer una cosa de modo inmediato, capto lo que es su verdad, o la percibo (wahrnehmen)." (§ 110, p. 66).
Bien, pues este
énfasis en la verdad de lo percibido es propio de la lengua
alemana, y subraya un aspecto importante de la percepción. Mi
padre reflexiona mucho últimamente sobre esta cuestión
heideggeriana, el lenguaje como sedimento y depósito de
conocimientos e intuiciones—sobre la cantidad de significados que
están ocultos en las palabras, no puestos allí por
casualidad, sino por la experiencia colectiva de las generaciones. Y
por los accidentes, claro, que hacen que una lengua subraye lo que no
subraya otra. Pinker, en The Stuff
of Thought,
dedica un bonito análisis a destripar y desacreditar la
teoría de Sapir-Whorf según la cual el lenguaje determina
el pensamiento, pero sobreviven a su análisis muchas de las
maneras fundamentales ("obvias" o "redundantes") en las que el lenguaje
orienta el pensamiento. Estos saberes etimológicos (e incluso
las falsas etimologías a su manera) son una de las maneras en
las que se da esa orientación del pensamiento por el
lenguaje—al menos cuando la etimología es desenterrada o
construida, y nos lleva a relacionar dos conceptos o aspectos de la
realidad cuya relación pasaba desapercibida o era captada
subliminalmente.
Volviendo (sin haber salido de allí) a estas cuestiones de captar y
percibir, observaremos que en el verbo alemán wahrnehmen no sólo está wahr, sino también nehmen, "captar" o "coger" como
dice Hegel. Y esta mitad de la palabra sí que la tenemos en común,
porque percibir también
contiene captar, en su origen
latino, "per-capio"—"agarrar por, coger a través de". La percepción sensorial incluye vista, oído, olfato, gusto y tacto. De estos, dos requieren un contacto y proximidad, el tacto y el gusto. Los otros sentidos actúan "a distancia" del objeto, es un decir. Vemos que la palabra que los engloba a todos, percibir (o "sentir") no remite a la distancia, sino a la proximidad—es decir, reduce la distancia a la proximidad, reduce "ver" a "coger con la vista" o bien "agarrar con el oído". Esto nos lleva al terreno de la semántica cognitiva—ahora hay mucho interés en lingüística (a menudo ignorante de lo ya dicho por Vico) en ver cómo el vocabulario de los sentimientos, o el de la psicología, está construido metafóricamente sobre otro vocabulario más básico, y deriva la expresión compleja de la simple.
Por emergencia necesaria, diríamos, lo complejo tiene que venir antes de lo simple, y sería interesante ver en qué medida puede considerarse que el lenguaje guarda así una huella del propio crecimiento de la complejidad: así, en percibir, el contacto táctil o la apropiación alimenticia (agarrar, para qué) viene primero, y la distancia, la mediación, viene despúes, igual que en las formas simples de vida lo táctil tiene primacía evolutiva sobre lo visual. Como lo visual ("Ah, ya veo") tiene primacía sobre lo conceptual o intelectivo.
(Vaya, veo que en este punto estoy de acuerdo con George Herbert Mead. En el capítulo 2 de su Filosofía del presente que estoy traduciendo, nos dice sobre la percepción que "La experiencia a distancia es la promesa de la experiencia de contacto. El algo que podemos agarrar es la sustancia a la cual pertenecen las cualidades del sonido, el color, el sabor y el olor.")
Una lingüística conceptual bien enraizada (raíces con tierra antes que derivaciones especulativas) tendría así que enlazar de modo consiliente con una teoría no digo ya del origen del lenguaje, sino con una teoría de la evolución de la vida y de la percepción, y con una teoría cosmológica que nos dice qué cosas vienen primero, y cuáles captamos primero.
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