28 de enero
Here comes the sun. Media mañana tomando el sol... me voy a poner
moreno.
Hoy, sorprendentemente, estaba la facultad abierta. Lo digo porque
es
Santo Tomás de Aquino, solía ser el patrono de nuestra facultad.
Un señor inmensamente gordo autor de libros inmensamente gordos.
Pero parece que está de horas bajas últimamente, pues ya no
cierran el día de su santo (que es él).
Un pequeño post sobre el amor, en el artículo "Love
is the drug"... aquí.
¿Lo tuyo, es amor o adicción? Sobre estas cuestiones escribió
un libro de autoayuda muy bueno Stanton Peele, Love and Addiction
(ver bibliografía en estos casos en que remito a un libro...). Pero,
en realidad, cuando te enamoras sólo te ayudan dos cosas: el tiempo,
y, con suerte, la persona amada.
Hoy nos vamos con BP al cine a ver La
memoria
de los muertos, dirigida por Omar Naïm (es el título que
han elegido para traducir el original The Final Cut). El
protagonista
es uno de esos mirones creepy que hace Robin Williams últimamente,
que parecen haber nacido para personajes secundarios (como aquel de la
tienda
de fotos que se quedaba con copias de los objetivos). Debe ser que esos
personajes conectan bien con el papel que hace el espectador de una
película
de cine, mirón donde los haya. Pues bueno, el tema de la película,
que es muy mnemónica, se puede ver aquí.
Va sobre una sociedad igual a la nuestra pero en la que algunas
personas
tienen un implante informático en el cerebro en el que se graba toda
su vida, y que tras la muerte aprovechan los parientes del finado para
hacer
un bonito vídeo de recuerdo quitando los momentos feos, claro,
narrativizando
y presentando la imagen que gusta ver de la persona. El argumento es,
claro,
qué pasa con lo que no gusta ver... Curiosamente, me había
venido esta idea a la cabeza hace poco en casa, cuando una hermana mía
nos grababa en vídeo, le dije que en un futuro próximo tendríamos
todos la cámara implantada y que el problema luego sería seleccionar...
de hecho ya tenemos los medios, y lo que hacemos es seleccionar sobre
la
marcha, un poco a voleo claro (Robin Williams seleccionaba a
posteriori,
y le tocaba ver todos los peores momentos de todo el mundo.. un trabajo
para gente discreta). Bueno, el argumento va de que unos terroristas
bien
intencionados se hacen con los recuerdos del propio Williams, que él
mismo estaba implantado, y en los cuales aparecían en abîme
los secretos que los capitostes de la compañía informática
querían ocultar... todo en aras de la vida sin mediación y
sin control (la compañía era "EYE" en la película,
a esta E última habría que darle la vuelta para atrás,
no tengo la font adecuada; sugiere la pantalla espía de 1984,
Big Brother Is Watching You, y el "I/EYE" de Berkeley: esse
est percipi, existir es ser percibido... si no por Dios, por uno
mismo,
claro). El lema de los terroristas era "vive el presente", porque
con los implantes todo el mundo estaba siendo grabado por sus amigos y
era
un lío decidir cómo actuar (smile, you're on candid camera).
La película es interesante, en tonos lúgubres y colores fríos,
y Williams sale mal parado (abofeteado por la chica, despreciado,
despedido
de la compañía y finalmente asesinado para extracción
de su implante —todo por el bien del carpe diem). Claro, el problema
mayor
está con el personaje, demasiado apocado, traumado e insignificante
como para que su trauma siquiera tenga mucho interés. Pero está
muy bien llevada en conjunto. Hay imágenes irresistibles para un
fan del cine metaficcional (aquí presente), como cuando Williams
mira las grabaciones de su propio implante en directo en la pantalla
del
ordenador (imagen regresada al infinito), o como cuando se descubre que
los recuerdos iniciales que nos presentaba la película como realidad
objetiva estaban distorsionados... Y es que la película toma una
idea muy potente de entrada, con enormes posibilidades metafílmicas:
ofrece una visión de nuestra vida como una película que espera
ser montada por quienes nos van a recordar. Pero no hay por qué esperar
a EYE. Ya lo hacemos constantemente, con la tecnología que nos viene
más a mano: fotos, papeles, disketes, videos y, sobre todo, la memoria
de los demás. Los otros, que nos están grabando en el vídeo
de su mirada y en su disco duro. No tienen toda la información, pero
a veces importa más calidad que cantidad. Todos somos actores en
esos home movies: nunca estarás más dentro de la película.
Y la que tú mismo diriges es la que más te ha de importar:
the director's cut.
Tiene interés, también, claro, el asunto del "editing out"—cómo toda imagen que proyectamos, toda version de nuestra vida, es una cuidadosa selección y falsificación de la realidad, para fines muy concretos. Aplicable a los blogs y toda otra especie de diarios. Ser es percibir. Percibir es seleccionar. Representar es volver a seleccionar. Interpretar es volver a seleccionar. ¿Qué queda, qué se añade? |
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El título español tiene la ventaja, fúnebre ventaja, eso sí, de presentarnos a todos como futuros muertos, acumulando recuerdos y momentos que, es de esperar, se guardarán en algún sitio, algún día? ¿Qué dices, que no? Pero eso es terrible, o al menos no menos terrible que la otra alternativa, la de que todo quede almacenado... | Stat rosa pristina nomine, nomina scripta manent |