La Búsqueda: El diario secreto
Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa
Temblaba yo cuando nuestra asesora cinematográfica ha elegido esta
película para los niños, siendo una continuación/variación de otra, y
con una intriga de historia-ficción demasiado complicada para mentes de
críos... pero no, se lo han pasado genial con las claves y las
persecuciones y las disparatadas pistas del tesoro. Así que con críos se
puede ir. Y es de Disney, o sea que hasta las parejas de separados y
divorciados se acaban reconciliando.
El cartel muestra a
Nicolas Cage en plan Estatua de la Libertad. Y además del ésta,
desfilan por aquí todos los iconos patrios, y más. El asesinato de
Lincoln. La otra Estatua de la Libertad, la de París. El palacio de
Buckingham (—la pérfida Albión que ayudaba a los sudistas, faltaría
más). La Casa Blanca. El Despacho Oral, con intriga erótica/no sexual
incluida. Roosevelt. Kennedy y John-John. La Biblioteca del Congreso. El
monte Rushmore... Vamos, que no se empachan de provocar un empacho. Y
se descubre la perdida ciudad de oro de las leyendas, que está bajo el
monte Rushmore, y da lugar a abundantes Indiana Jones antics entre las antiques.
Pero ojo: que mayor icono es el Presidente. La peli pertenece al género de la Presidentolatría—como Independence Day o Air Force One,
casi casi. Aquí el presidente de los EE.UU. no da puñetazos a los
terroristas, ni derriba platillos volantes en su jet (cuesta creer que
nos logren vender estas cosas, ¿eh?) pero hace algo que últimamente
parece más de ciencia ficción: es un tipo culto y sutil.
Por otra parte, todos los presidentes lo son, según esta película.
Llevan entre todos un libro secreto (que no es un diario, para nada)
donde se pasan los gajes del oficio que sólo otro presidente podrá leer.
No me he enterado bien de lo que había en la página 47, algo que debía
remediar Nicholas Cage a cambio de consultar unas pistas para el tesoro
que había en otra página...
Y, en fin, que se ayuda a crear
mito de lo que hubo, y de lo que no hubo. Esa soñada civilización
avanzada en la antigua América. Tan ficticia como la capacidad craneal
sobrehumana de los presidentes. Claro que con retrato de veinte metros
en piedra, y con el guionista a su favor, cualquier presidente puede
parecer un hombre de talla, en lugar de un caradura. Y de eso se trata,
sobre todo, de crear devoción icónica y sobrecogimiento instintivo ante
la historia viviente. (Como sucede aquí con el signo del Zorro, o la N
napoleónica tumbada, sueños de gloria).
Recomiendo como antídoto, para reducir las cosas a su justa proporción, el cuento "The President", de Donald Barthelme, en Unspeakable Practices, Unnatural Acts.
La Búsqueda: El Diario secreto. Director: Jon Turteltaub. Interpretes: Nicolas Cage, Diane Kruger, Justin Bartha, Jon Voight. Disney, 2007.
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