"la
'droite' est perçue, dans cette tradition, comme le parti attaché au
passé, la 'gauche' comme le parti tourné vers l'avenir. Je n'en crois
plus rien depuis longtemps, mais les réflexes anciens parlent plus fort
que les prises de conscience récentes. J'en conviens, mais pourquoi
cette vectorisation contradictoire de l'espace symbolique?
La réponse est sans doute dans la question: le fait décisif qui oriente de la gauche vers la droite, et contrairement à l'orientation politique héritée de si peu loin (pas beaucoup plus de deux siècles), la plupart de nos gestes directionnels, y compris sans doute chez les gauchers, ce fait est celui qui domine, depuis bien plus longtemps (plus de deux millénaires) notre orientation culturelle : c'est le mouvement dextrogyre (de gauche à droite) qui est pour nous celui de l'écriture et de la lecture. 'Nous' (on voit maintenant ce que désigne sélectivement ce pronom) écrivons et lisons de gauche à droite, et cette habitude commande notre vectorisation de l'espace et du temps, par exemple dans nos graphiques et autres courbes de croissance (ou de déclin) : une ligne ascendante ou descendante l'est toujours pour nous de gauche à droite, et l'on imagine mal la barre oblique des calandres de la marque Volvo 'monter' de droite à gauche, ce que chacun interpréterait comme une diagonale déclinant de gauche à droite. On pourrait certes tenir cette supposée cause elle-même pour un simple effet, ce qui nous relancerait, en amont de celle-ci, à la recherche d'une autre cause, plus universellement anthropologique. Mais si cette cause primitive et naturelle était établie, on ne comprendrait pas pourquoi tant d'écritures 'orientales' se tracent et se lisent, lévogyres à l'inverse des nôtres, de droite à gauche." (76-77)
La réponse est sans doute dans la question: le fait décisif qui oriente de la gauche vers la droite, et contrairement à l'orientation politique héritée de si peu loin (pas beaucoup plus de deux siècles), la plupart de nos gestes directionnels, y compris sans doute chez les gauchers, ce fait est celui qui domine, depuis bien plus longtemps (plus de deux millénaires) notre orientation culturelle : c'est le mouvement dextrogyre (de gauche à droite) qui est pour nous celui de l'écriture et de la lecture. 'Nous' (on voit maintenant ce que désigne sélectivement ce pronom) écrivons et lisons de gauche à droite, et cette habitude commande notre vectorisation de l'espace et du temps, par exemple dans nos graphiques et autres courbes de croissance (ou de déclin) : une ligne ascendante ou descendante l'est toujours pour nous de gauche à droite, et l'on imagine mal la barre oblique des calandres de la marque Volvo 'monter' de droite à gauche, ce que chacun interpréterait comme une diagonale déclinant de gauche à droite. On pourrait certes tenir cette supposée cause elle-même pour un simple effet, ce qui nous relancerait, en amont de celle-ci, à la recherche d'une autre cause, plus universellement anthropologique. Mais si cette cause primitive et naturelle était établie, on ne comprendrait pas pourquoi tant d'écritures 'orientales' se tracent et se lisent, lévogyres à l'inverse des nôtres, de droite à gauche." (76-77)
Meditando sobre esto he ido husmeando por la página de la Wikipedia sobre la escritura, y por otra sobre los sistemas de escritura. Y me parece que la causa antropológica, primitiva y natural podemos localizarla con relativa facilidad. Creo que la direccionalidad del alfabeto va unida a su adopción por los pueblos del hemisferio norte, lejos ya de los trópicos, asociando la dirección de la escritura al movimiento aparente del sol en el cielo. Los primeros alfabetos del mediterráneo oriental se escribían con frecuencia de modo boustrofedónico: es decir, alternando una línea de derecha a izquierda con otra de izquierda a derecha, como el trayecto de los bueyes arando un campo. Esto es menos operativo, claro, que escribir todas las líneas en la misma dirección. Sobre todo en los sistemas alfabéticos, en los que la direccionalidad de la palabra como unidad duplica la direccionalidad de la sintaxis. Y así se acabó imponiendo la dirección uniforme, y de izquierda a derecha, en el alfabeto griego. Grecia está más al norte que Fenicia o que Egipto.
Los jeroglíficos egipcios se solían escribir con frecuencia de derecha a izquierda, pero abundan otras direcciones, lo que prueba que la direccionalidad no era percibida como algo fundamental—y menos aún la asociación entre el movimiento del sol y la escritura. El cuneiforme mesopotámico, sin embargo, se escribía de izquierda a derecha—al menos a partir de mediados del tercer milenio a.C., pues antes era vertical—lo cual pudo influir en que los alfabetos del sureste de Asia se escribieran también de izquierda a derecha. Es posible que el cuneiforme pasase de escribirse de izquierda a derecha junto con un desarrollo de una mayor conexión entre la escritura y el tiempo: por ejemplo, a través de la escritura de textos más elaborados como son las crónicas o las narraciones como el Poema de Gilgamesh. En el lejano oriente era más frecuente en muchos alfabetos que la escritura fuese de arriba abajo, en otros alfabetos de abajo arriba—y las columnas unas veces de izquierda a derecha y otras de derecha a izquierda. A lo largo del siglo XX, por influencia occidental y para facilitar la inserción de símbolos occidentales, los alfabetos orientales han pasado a escribirse horizontalmente, y de izquierda a derecha.
La escritura árabe es la más "antisolar" que hay de entre los grandes sistemas de escritura, pues va de derecha a izquierda, como el sirio y el hebreo, y un par de lenguas tropicales. En los países del sur, no es tan relevante la asociación del movimiento horizontal del sol con la dirección izquierda-derecha: es más bien arriba-abajo o abajo-arriba (el sol subiendo o bajando con respecto el horizonte) la espacialidad que se asocia al paso del tiempo.
A lo que voy: aunque la historia de las direcciones de la escritura es en gran medida caótica, es un caos en el que entran diversos ingredientes a modo de vectores de fuerza. El más potente de ellos, sin duda, es la tradición recibida; otro es la influencia de los vecinos. Pero uno de estos vectores de fuerza, y muy influyente a la hora de determinar una tradición, ha sido la asociación entre el movimiento aparente del sol en el cielo de este a oeste a lo largo del día, más perceptible en el norte como un movimiento de izquierda a derecha, y el progreso del tiempo en la cadena escrita. La izquierda es "antes" y la derecha es "después", y la flecha del tiempo se asocia pues con la representación natural de un movimiento de izquierda a derecha. Por lo mismo las culturas europeas asocian el movimiento de las agujas del reloj con un movimiento "natural" o con el paso habitual del tiempo, y el contrario a las agujas del reloj con un movimiento antinatural o retrógrado. Por supuesto que la aguja del reloj viaja también de derecha a izquierda mientras el tiempo sigue avanzando, pero eso es en la parte inferior de la esfera, la que no está asociada al movimiento del sol ni a la postura erecta humana, con la cabeza apuntando al mediodía. Originalmente, el amanecer ha de estar a la izquierda, en la horizontal de la esfera, y el atardecer también, pero a la derecha. Las demás horas ya no son laborables. En cuanto a los demás astros, siguen naturalmente un movimiento aparente similar al del sol, pero su impacto en la experiencia general y en la percepción es mucho menor.
Otro ingrediente más que entra en la composición caótica de fuerzas que acaban direccionando la escritura es la lateralización del cerebro, y el dextrismo predominante. La lateralización actúa sobre la escritura por vía del manejo de instrumentos de escritura con la mano derecha. En una escritura con líneas horizontales, habrá mayor tendencia a escribir de izquierda a derecha que de derecha a izquierda: para no emborronar lo escrito, si se usa tinta u otro material que haya de secarse o endurecerse; y, por otra parte, también para ver lo que acabamos de escribir, sin que nos lo tape la mano al moverse de derecha a izquierda. No es extraño que muchos zurdos escriban, en la práctica, líneas verticales, girando el papel para que sea visible lo que acaban de escribir.
En suma, que la escritura occidental (y ahora también la oriental) sigue al sol trazando sus líneas invisibles en el cielo, y en última instancia su direccionalidad dominante viene dada en gran medida por la dirección de giro de la Tierra. Es el sol quien aúna tiempo y espacio en una fusión conceptual espontánea, sugiriéndonos la dirección "natural" de la escritura, en origen a los países del norte, donde el sol está bajo. Luego, por virtud del comercio, la industria y el colonialismo, éstos han extendido esa percepción espacial del tiempo por la mayor parte el mundo.
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