Donde se explica que es una
ingenuidad creer que no hay censura, y se aclara que los censores somos
nosotros. Esta carta es parte de un intercambio que tuve, hace años,
con un medio en el que colaboraba y donde hubo sus más y sus menos por
la virulencia ocasional de mis escritos—ante lo cual dije que "había
censura" en ese medio, cosa que ofendió seriamente a los editores. Me
escribieron airados diciendo cómo osaba yo decir que había censura en
su medio. Ahora que estamos en otros asuntos, me interesa recordar lo
que decía yo en esa ocasión sobre censura y autocensura.
Estimado compañero:
Me temo que te has sentido ofendido al decir yo que en tu sitio web hay
censura, y que te has visto por un momento caracterizado como un censor
"inquisitorial". Por favor no te enfades conmigo, que no es para tanto.
Quizá tengas una alergia especial a la palabra "censura", y te ha
resultado ofensiva. La intención no era ofender, desde luego. Porque la
práctica de la censura no es sólo privilegio de terceras personas
desagradables a las que condenar: todos censuramos, y todos nos
censuramos. Censura hay en tu sitio web, y en el mío, y en todos (no en
todos el mismo tipo, claro). Un administrador es, entre otras cosas, un
censor. Censura es, desde luego, exigir el uso de un determinado
estilo, expresiones, etc. Llámalo "normas de uso", como lo haces, si
prefieres: pero el rechazo de un escrito por no atenerse a las normas
de uso no es algo distinto de la censura "clásica" en esencia, sólo en
grado, latitud, modos.... Y por supuesto que los administradores podéis
no publicar, o publicar, en vuestro sitio web lo que estiméis
oportuno---como yo en mi blog---aunque os autocensuréis, y aunque yo
también me autocensure. Eso no es algo que me tengas que explicar, ni
yo a tí. No iba por ahí en absoluto la cosa. Todos trabajamos con
condicionantes: como tú mismo me has aclarado tan amablemente, no
podéis correr el riesgo de publicar cualquier cosa, porque os cerrarían. Ergo:
censura. No tuya, o no a tu gusto, quizá, pero sí exigible por las
condiciones mismas del medio, su administrador último, que no eres tú
sino el Rector, y ni siquiera él quizá, pues vamos acercándonos a los
límites legales del uso de la palabra, etc. Que los hay aquí y en la
España de Franco. Creo que no deberías ofenderte, y te lo digo
amistosamente, por el hecho de que yo hable de una "versión censurada"
de mi artículo---tampoco digo quién la censura, no digo si la censuro
yo, como es el caso, al aceptar publicarla "censurada"---ya que la
versión que publicáis no es la que yo quería enviar, pues esa se borró,
sino una pactada dentro de ciertas limitaciones a la
expresión---limitaciones aceptadas de una manera que me parece que
supone un acercamiento racional entre las dos partes. A mí no me
parecería racional que no existiese la censura, de un modo u otro, pues
todos tenemos intereses que defender. Si has visto mi blog, quizá hayas
visto lo que pasa cuando una lista de correo supuestamente "no ejerce
la censura" (me refiero a la de AEDEAN), sino que, según los
administradores, los socios pueden publicar en ella lo que quieran. A
la primera de cambio, con el primer conflicto, aparece la censura.
Normal. Lo que no era normal era hacer gala de que no había censura,
ignorando lo que son los propios intereses, y los condicionantes del
medio institucional en el que nos movemos. Creer que puede no haber
censura es creer que el mundo es una balsa de aceite, un lugar sin
conflictos, donde podemos presuponer todos los mismos sobreentendidos.
Y me parece obvio que no es así, en ningún caso, y menos cuanto más
abierto sea el medio a opiniones diversas. En un sitio donde todos
están de acuerdo nunca hay que censurar a nadie; es donde empiezan los
desacuerdos cuando empieza a actuar la censura inevitablemente. Así
que, si no estás demasiado enfadado conmigo para verlo con humor,
acéptame esta paradoja: es la existencia de la censura en él la que
prueba que un medio tiene cierta dosis de visión crítica y variedad de
opinión. Siempre cierta dosis, no seamos absolutistas... Mira,
francamente, creo que no deberíamos partir peras por esta cuestión,
sino seguir aprovechando el espacio de entendimiento que tenemos, que
no es poco. En realidad siempre tienes sólo un espacio de entendimiento
con la gente con quien te entiendes, pues hay tantas cosas en las que
podríamos disentir con las personas que nos son más cercanas, si las
estudiamos de cerca... Entiendo que en la versión del artículo que
envié revisada no encuentras nada que contravenga vuestras normas de
uso (no digo que estés de acuerdo, que eso es otra cosa). Si las sigo
contraviniendo, como pareces temer, pues dímelo, y o bien enviaré otra
versión más dulcificada, o bien renunciaré a enviar este artículo, y
enviaré otros, o ninguno si no logramos entendernos. Pero no pasa nada,
no me voy a enfadar con vosotros por eso, que entiendo perfectamente la
situación. Ahora bien, tampoco te enfades tú por lo que yo pongo en mi
blog, que sólo es ofensivo para quien crea que la censura es algo así
como el Coco---no para quien sabe que es una realidad inherente a la
comunicación pública. Y créeme, que es muy fácil tolerar la libertad de
expresión cuando estamos de acuerdo con lo que se dice: es cuando
disentimos cuando llega el auténtico test de la tolerancia. Que (como
he venido diciendo) tiene sus límites, por supuesto. Espero no exceder
los tuyos con mi explicación, y que podamos seguir encontrando espacios
de entendimiento.
Un saludo muy cordial, etc
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