miércoles, 9 de junio de 2010

Spectrum


Mi padre está con ganas de hablar, aprovechando que (aunque medio afónico) se encuentra un poco más fuerte. Quiere escribir más en su blog: sobre los transportes en Aragón, que no se entera de que pierde el tren, sobre el carácter aragonés, que por falta de unión, envidietas y dejadez se deja perder sus mejores cerebros y sus mejores ideas; sobre la educación, que hay que transformarla radicalmente... Se acuerda de hablar con la secretaria de la escuela de peritos de Huesca, alarmado cuando mi hermano no conseguía aprobar una asignatura. Le dijo ésta que cada año sólo aprobaban cuatro, de una lista enorme, y que salían dando alaridos por los pasillos. Mi padre le dijo que una fábrica de cualquier tipo de productos (tornillos pongamos) que sólo consiguiese fabricar cuatro al año merecía ser cerrada. Se pasó mi hermano a la informática, aunque entonces no había carrera de informática. Pero mi padre le había visto futuro pronto: fue de los primeros que se apuntaron a un cursillo de ordenador en la comarca. Allá por el año 1982... Salió en el periódico la noticia y se apuntó mi padre.. La Universidad de Zaragoza, con un tal Pétriz entre los profesores, organizó un cursillo para el profesorado. De Pétriz guarda muy buen recuerdo mi padre como profesor. Por entonces se enseñaba programación, por ejemplo para resolver ecuaciones de segundo grado. El cursillo fue en Jaca, donde la universidad de verano. Compramos un ZX Spectrum, que grababa los programas en una cinta de cassette, y se veía en la pantalla de la tele: muy pronto se utilizó para jugar al videotenis, claro. Pero pronto hubo usos más inteligentes. Y hasta yo hice algún amago de escribir un programa, para traducir una frase me acuerdo, del español al inglés. Aunque por entonces escribir escribía yo mis trabajos a máquina. Pronto pasé, en secuencia rápida, de la Olivetti a una eléctrica que me dejó MJ (el año 84). Después de ver un programa de tratamiento de textos primitivo que me enseñó Miguel Santolaria en un IBM de aquellos de pantalla negra y letras verdes, decidí que estaba la cosa verde, y me compré una máquina de escribir con memoria y pantalla, una Brother. Eso el año 85. Y con eso empecé la tesis; al año siguiente ya cayó el primer Macintosh, sin disco duro, claro; mi tesis ocupaba una torrecilla de disquetes y para escribir cada frase y cortar y pegar me pedía uno tras otro; una operación infernal de mete disco saca disco. Luego me compré una unidad de disco externa que por lo menos me evitaba tener que meter el sistema a cada momento. Rápido rápido llegó el primer modelo con disco duro. Y con eso fui tirando, hasta los 90, cuando tuve un Classic, un LC 475 creo que se llamaba, un PowerMac, un Powerbook, un iMac, otro iMac... que aún tengo; en la Universidad no me lo cambian así como así. Y en casa una sucesión de portátiles y de Macs de esos ya con monitor "moderno" ultraplano. Hoy reaparecen por mi blog como una galería de antepasados fantasmales... Me pregunto si aún sigue el Spectrum por algún lugar del garaje, donde todo lo viejo está almacenado.

Mi última foto


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