domingo, 27 de junio de 2010

La opinión sobra en la Universidad


Durante unos años he llevado un pequeño contencioso a vueltas con mi universidad, que es la de Zaragoza, por su errática e insuficiente política de comunicaciones. Los medios electrónicos disponibles para cualquier ciudadano de a pie no se utilizan prácticamente a nivel institucional en la universidad, en la medida en que permitan la comunicación bidireccional o interactiva—o sencillamente no piramidal, de una voz informada y autorizada a muchos oyentes informables y no autorizados. Esto quizá esté a tono con la estructura tradicional (y medieval en origen) de la Universidad.

Ya dijo Foucault que el discurso académico se basa en la imposición de barreras y autorizaciones oficiales que lo rarifican. Bien, pues aquí está bastante rarificado, desde luego. Hay listas de correo que permiten la difusión de información filtrada por los administradores. Ahora, mejor no intentar que circule por ellas nada que sea mínimamente ajeno, no digo ya contrario, a los intereses de los administradores, porque entonces aparece rápidamente la tijera de la censura, y el mensaje no se difunde—aunque nada en las listas hiciese sospechar que no están abiertas a los participantes en general. Me sucedió cuando intenté apuntar que en mi departamento se desobedecen las órdenes del Rectorado sobre ordenación docente, y que, en suma, hay mangoneos. Rápidamente hubo cruces de telefonazos, y el mensaje no se difundió por la lista del Colectivo de Profesores. Supuestamente se discutiría, me dijeron, la oportunidad de su difusión en una reunión futura, que supongo será el día del Juicio.

Es lo mismo que me sucedió con un mensaje inadecuado que hice circular por otra lista académica, la de AEDEAN. (Lo que era inadecuado era denunciar manipulaciones de grupos de intereses que han sido desautorizadas hasta por los tribunales de justicia–pero esa justicia sobra en la Universidad, al parecer, y es mejor ni saber de ella. Inmediatamente se solidarizó la presidenta de AEDEAN con los abusones cuyos abusos habían sido anulados por los tribunales). Y es que en la Universidad hay algo peor que mangonear: a saber, sacar los pies del tiesto.

Otro contencioso que tuve fue con el Rincón de Opinión de la Universidad. Este rinconcillo era una esquina de la página web de la Universidad (allí en primera plana, no crean) en el que supuestamente la comunidad académica podía expresar sus opiniones. En fin, esa era la idea cuando se creó: a alguien en el Consejo de Gobierno (eran los tiempos de Pétriz) le debió parecer oportuna su existencia, y empezó a funcionar. De hecho se creó cuando el Colectivo de Profesores quiso difundir un mensaje a todo el personal (no sólo a los de su lista de correo) y ese uso de la lista de correo pareció inadecuado, pues las listas (se dijo) debían ser sobre cuestiones de información de interés general. Se habilitó, sin embargo, ese espacio de opinión, y se estrenó con un mensaje del Colectivo.

Pero ay, resulta que no había tantas ansias de intercambio de ideas ni tanta sed de Opinión en la Universidad. El foro ése resultó infrautilizado. Hubo una decena de mensajes de otras personas, y una veintena de mensajes míos, relativos a diversas cuestiones (organizativas, políticas, y también relativas a diversas fechorías administrativas cometidas en mi departamento). Ay, qué mal esto.... porque la opinión se permite, siempre que sea incolora, inodora e insípida. Si se refiere a problemas y conflictos reales y próximos, vuelan los telefonazos... y sale otra vez la tijera de la censura.

Y es lo que sucedió con el Rincón de Opinión. La mitad de mis mensajes no se difundían, sin explicación. El foro tenía una serie de reglas establecidas por Consejo de Gobierno que se venían incumpliendo desde su creación (no se nombraron administradores conocidos, ni se establecieron normas públicas de funcionamiento, ni se hizo accesible por Internet... )—cuestiones éstas sobre las que llamé la atención repetidas veces. Pero algunas decisiones del Consejo de Gobierno son al parecer papel mojado, según interese.

Protesté en diversas ocasiones, incluso ante el Defensor Universitario: en artículos que a veces llegaban a aparecer (con retrasos sorprendentes) en el propio Rincón de Opinión, y otras veces se quedaban en mi blog nada más: Intentando Opinar, Censura y Libertad de Expresión en la Universidad, Censores Habemus (andanada a nadie).

Aunque no crean: la idea del Rincón de Opinión era buena, y progresiva dentro de lo que hay en las universidades. Desde luego no conozco ninguna otra universidad que haya habilitado un espacio de opinión semejante en su página web. Como digo, no es la Universidad de Zaragoza, sino la Universidad en general, la que es alérgica a la expresión de opiniones y a la discusión pública de conflictos. Aquí no funcionó la cosa, y lo que más se echó de ver con la existencia del Rincón de Opinión era que no había en la Universidad el más mínimo interés por que existiese un espacio semejante—ni entre profesores ni entre estudiantes ni entre nadie. Como digo, la mayoría de los mensajes acabaron siendo míos, y sin respuesta: La Opinión Brilla por su Ausencia.

Esto dice bastante, y no sé si todo bueno, de una institución supuestamente dedicada al pensamiento y al conocimiento. Que en una sociedad libre, van unidos al debate público. No es que éste se agote en un espacio público de opinión, pero es un síntoma extraño e inquietante que se le hiciese semejante vacío alrededor al único espacio habilitado para ello en la red. Y que no hayan prosperado en ningún ámbito de la Universidad ni blogs ni foros ni ningún espacio de interacción y comunicación bidireccional: sólo el correo, de uno a uno, o de uno a muchos, siempre de forma confidencial y no pública. Tampoco hay sistemas transparentes para inserción de contenidos en la web, ni se conocen los administradores: se favorece el inmovilismo y la distribución de información unidireccional y autorizada desde el vértice. Y se obstaculiza la expresión pública de opiniones en la medida de lo posible.

Ha habido progresos, sin embargo: como la distribución diaria de noticias de prensa sobre la Universidad, a cargo del Gabinete de Imagen y Comunicación. Es utilísimo, además, que quede archivada esta información en su web. Así, no sólo la información, sino también la opinión sobre la Universidad que llega a la prensa, se difunde. Pero ojo: sólo la que filtra la prensa—y ya sabemos que los periódicos tienen sus columnistas abonados, sus líneas de partido y sus líneas editoriales. No son un foro de opinión libre tal como esta puede existir en la era de la Red.

Por mantener la Red a raya, en la Universidad se mantienen bajo mínimos las funcionalidades comunicativas que son gratuitas y accesibles para cualquier particular: blogs, foros, canales de vídeo, listas de enlaces, etc. No es que sea sólo una política deliberada de Rectores, Decanos y Directores de departamento—es que es una manera natural de funcionar del personal académico, por lo que se ve.

El abuso del correo electrónico para información, en ausencia de blogs, foros, webs dinámicas, etc.—llevó a una inundación de correo basura institucional recibido en cada ordenador. Y hace poco se reorientó la cuestión creando un boletín diario que agrupase la información—iUnizar.

Y supuestamente, en este boletín se puede insertar información directamente. Actividades, jornadas, etc.: información de interés para la comunidad. Ahora bien, la opinión no tiene lugar allí. Es un boletín informativo, no de opinión, como quedó patente con mi experimento de ayer. Intenté difundir este mensaje sobre los principios que habrían de regir la asignación docente. Uno podría pensar que es un tema de general interés en la Universidad—con qué criterios se distribuye la docencia, y cuáles son las bases legales de esta cuestión, dado el actual cambio de normativa y el contencioso que llevamos al respecto desde hace años. Pero no: entra en acción alguna mala sombra, y el mensaje poco oportuno se censura y no se difunde. También sin explicaciones, claro.

Por otra parte, la creación de este boletín informativo ha llevado a la desaparición discreta, sin más explicaciones ni comentarios, del Rincón de Opinión de la página de la Universidad. Con lo que se elimina esa pequeña incoherencia y la Universidad retoma su vocación más clara, que es la de no dejar espacio a la opinión, ni al debate público en la Red. Y... ¿censura? Qué me dice usted. Aquí no hay censura. Sólo filtrado de mensajes no deseados.
Que opinen los profesores en la prensa, si les dejan. O en Jornadas sobre Censura, si viene al caso. O en los pasillos, que para eso los ponen. Y la Universidad que se dedique al conocimiento, que como todo el mundo sabe, no tiene nada que ver con la opinión ni con la expresión de ideas disidentes.



3 comentarios:

  1. Muy buen artículo, José Ángel, y qué cosa grande es la libertad de expresión en el blog de cada uno. Salud.

    ResponderEliminar
  2. Gracias; —y no creas, que si de alguno dependiese ya se cerrarían todos los blogs también, ya.

    ResponderEliminar
  3. Aquí hablando en retrospección. Hubo que esperar a 2018, pero en efecto la Universidad acabó cerrando (por vía de bloqueo internet + chantaje) todos los blogs alojados en los espacios de red de los profesores, suponiendo que hubiese otros aparte del mío. Eso sí, a la vez que potenciaba su discurso sobre el uso imaginativo y creativo de las redes y los Nuevos Medios. Estamos en tiempos bastante orwellianos. Por suerte mi blog tenía este duplicado externo, que si la Universidad pudiese también cerraría, no lo duden.

    ResponderEliminar

Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes:

Mi fotoblog

Mi fotoblog
se puede ver haciendo clic en la foto ésta de Termineitor. Y hay más enlaces a cosas mías al pie de esta página.