Publicado en Blogs. com. José Ángel García Landa
¿Cuándo es ficticio un blog? La cosa no tiene respuesta sencilla. No se puede presuponer una línea divisoria clara entre blogs ficticios y blogs no ficticios. Más bien habría que estudiar las diversas maneras en que puede haber elementos de ficcionalidad en un blog. O en un texto cualquiera: pues muchas cuestiones son problemas generales de comunicación textual, y sólo algunas formas particulares aparecen en los blogs por su medio o estructura.
Angela Thomas (en Uses of Blogs, ed. Axel Bruns y Joanne Jacobs) presenta esta tipología de "blog fiction", presentando una oposición básica entre
- El blog usado como un mero instrumento de publicación, y
- El blog usado como un instrumento de escritura, utilizando las posibilidades propias del medio, lo que a su vez se subdivide en
- Historia contenida en el propio blog o
- Historia sólo parcialmente contenida por el blog,
–y
aquí distingue, no sé si de modo exhaustivo, entre blogs relacionados
con juegos de rol interactivos, y diarios de personajes ya sean basados
en una fuente ficticia o real. (Así pues, el blog de Julio César, por ejemplo, tiene una fuente real pero es ficticio en tanto que blog)
Dedica además una sección aparte a los blogs ficticios utilizados con fines comerciales.
Como instrumento de escritura, el blog utilizará sus características de hipertextualidad, serialidad, multimedia, e interactividad para crear efectos artísticos propios. Se dice que en los blogs el lector "idealizado" que todo escritor crea adquiere un carácter distinto, pues son lectores reales los que interactúan con el escritor. Aquí habría que matizar, pues nunca un lector efectivo se confunde con el lector implícito o ideal de un texto. Quien ha leído un texto efectivamente no es sino una muestra no representativa de quienes pueden leerlo en el futuro. Ahora bien, quizá se esté pensando en otra característica de los blogs: su evanescencia. No porque desaparezcan (siempre) de la red, sino porque en los blogs sólo hay un punto vivo, la cabeza del mismo que va creciendo, y una cola larga (cola larga digo) de texto semimuerto que arrastra, tiempo muerto del pasado, que sólo viven e proporción a la vida de la cabeza—si vive en absoluto.
El ejemplo de blog que utiliza para la ficción todas estas posibilidades del blogging es para Thomas The Glass House (que ya ha desaparecido de la red, con su puesto ocupado por anuncios de préstamos rápidos y tonos para móviles... la evanescencia es el peor enemigo de los blogs, y del hombre). En fin, The Glass House empleaba por ejemplo los comentarios para introducir comentarios ficticios de los personajes amigos del protagonista, James el hombre invisible. E iba introduciendo elementos multimedia, como yo (me pregunto si mis multimedia son ficticios también; quizá luego me conteste).
Más corrientes son los blogs derivados de una ficción ya existente, como los de comunidades de fans (tipo Harry Potter; as los fans de Buffy the Vampire Slayer). Es especialmente llamativo el caso de la fan fiction escrita por adolescentes: según Angela Thomas, en referencia a un estudio de una comunidad de fan fiction,
"además de meterse en la cabeza de un personaje y crear una historia de trasfondo para escribir fan fiction, estos diarios en red concretamente son también un medio de explorar y construir el yo, y las chicas (...) estaban creando versiones de sí mismas al escribir adoptando un rol. Se vio que la narración y la ficción servían como un mecanismo de distanciamiento de seguridad para explorar sentimientos y experiencias de la adolescencia que o bien eran difíciles o bien estaban sin explorar a través de sus personalidades reales." (204).
Así, los autores de fan fiction crean identidades híbridas entre ellos mismos y los personajes del mundo ficticio, atribuyéndoles recuerdos, gustos o deseos del propio autor: "Sus personajes son un ensayo de lo que quieren volverse, y al interpretar el rol de ese yo ideal, pueden acercarse más a volverse en él. Son las posibilidades imaginativas de sus personajes ficticios lo que les da a las chicas el poder de imaginar esas mismas posibilidades para sus personalidades reales" (206). Esto no parece radicalmente distinto de las proyecciones que establece un autor adulto con sus personajes: muchas veces estos provienen de lados alternativos de su personalidad. Ahora bien, en el caso de los adultos, al estar la personalidad y sus posibilidades más asentadas, muchas veces son posibilidades rechazadas o desaparecidas para el propio autor lo que se proyecta y desarrolla: no proyectos de transformación del yo.
Vemos en todo caso que aquí hay bajo la ficción evidente una buena dosis de realidad—una de las razones por las cuales no es fácil trazar la línea entre ficción y realidad en los blogs, ni en ningún otro sitio. Lo mismo sucede sin duda a la inversa: en blogs que se presentan como realidad puede haber una buena dosis de invención o falsedad. Ya veremos si puede hablarse de ficción en ese caso. Pues ficción quiere decir bastantes cosas (es un concepto borroso), pero uno de sus sentidos principales es un juego consensuado entre emisor y receptor, el juego de la ficción.
Un apartado especial dedica Thomas a los blogs comerciales, donde los personajes de ficción también adquieren la dimensión "real" de interacción con la vida real y situaciones a través del humor por ejemplo - más casos mixtos o borrosos, dentro de un marco general ficcional.
Cita de David Gauntlett, Media, Genre and Identity: "Para interpretar las elecciones que hemos hecho, los individuos construimos una narración del yo, que da cierto orden a la complejidad de nuestras vidas" (en Thomas 208). Este orden impuesto por selección u omisión es también otra dimensión de la ficcionalidad, pero ya de esa ficcionalidad que aplicamos fuera de los textos de ficción, para construir el espacio social donde interactuamos, y donde mantenemos la ficción de que somos siempre la misma persona.
Según Tim Wright, "a medida que más y más gente empiece a bloguear, inevitablemente se difuminarán las líneas entre autor y lector, y entre hecho factual y ficción" (en Thomas 208). Thomas ve mucho potencial artístico, interactivo y comunicativo a los blogs ficticios, y a este terreno indefinido entre ficción y realidad.
Observa Axel Bruns en el capítulo final de Uses of Blogs que en las definiciones de qué es "un blog" se oscila entre definirlo como un tipo de género o un tipo de tecnología, aunque evidentemente hay una cierta conexión entre las tecnologías y los géneros que posibilitan: "Está claro que los rasgos tecnológicos de las tecnologías de publicación también ayudan a determinar qué géneros serán posibles en su seno, pero al mismo tiempo las tecnologías también son modeladas por las necesidades sociales que están presentes en la cultura contemporánea y pueden impulsar el auge o caída de géneros particulares de expresión" (250).
En el caso de los blogs es importante la aparición del produsage, "produso", mezcla de uso y producción, y esto es a la vez algo posibilitado por la tecnología y demandado por los usuarios, que favorecerán la adopción de las tecnologías que cubran estas necesidades sociales de comunicación. Tecnologías hay muchas, pero lo crucial no es que existan, sino que se difundan y sean adoptadas. Si los blogs son fantásticos pero a la gente le va más Twitter porque se presta más al SMS, pues Twitter que tendremos (¡¡espero que no!!), y los blogs se quedarán para filatelistas, esperantistas y radioaficionados, y otras personas con problemas de socialización.
Así, por ejemplo, los videoblogs o los podcasts no han tenido tanto éxito para el blog personal como el texto escrito, no tanto quizá por lo engorroso de la tecnología, sino porque los usuarios prefieren la velocidad que permite un barrido visual y que la da el texto, no el vídeo ni el audio. Concluye Bruns que "quizá, pues, el ímpetu para la evolución de los blogs en todas sus formas lo vaya a seguir dando la evolución de los géneros y no tanto de las tecnologías" (251)—y sin embargo los géneros también proporcionan la ocasión encasilllarse en un género, una limitación tanto como una orientación. Hasta en los límites del blog personal, supuestamente menos "temático" que los demás, hay prácticas generalizadas sobre lo que cabe y no cabe en un blog personal; de este modo la blogosfera va encontrando sus prácticas mayoritarias, y minoritarias. Yo creo que me seguiré apuntando a las que más me convengan o más atractivas me resulten en cada momento, sean mayoritarias o minoritarias. Aunque me quede en un islote tecnológico... que esperemos no sea el caso.
Volvamos al tema "ficcionalidad". E "inutilidad". En principio, lo que leemos como ficción carece de otra utilidad práctica, en cuanto tal, que el de ser legible, interesante, proporcionar interés en el proceso mismo de la lectura. Otra cuestión es que una narración ficticia, por ejemplo Manolo's Shoe Blog, sirva además para otros fines—que la ficción esté subordinada aquí, o esté al servicio de, la venta de zapatos. Si ficción es, habrá de sostenerse en tanto que ficción, placer inútil.
Con "inútil" quiero decir no instrumental para fines inmediatos. Porque la ficción, como otros artes inútiles, puede desempeñar funciones culturales, cognoscitivas, etc. muy variadas. (Así lo sostiene Oscar Wilde en "The Decay of Lying", que comienza declarando la inutilidad del arte para luego admitir que el arte genera, o ayuda a generar, el mundo perceptual y social en el que vivimos). Pero el arte en tanto que juego de la semiosis carece de utilidad referencial: así, la ficción es su territorio natural. Si la historia de la Decadencia y Caída del Imperio Romano de Gibbon es arte en este sentido, lo es no por su valor histórico—aunque sí exista, por otra parte, un arte de la historia...— sino por los valores compositivos, retóricos, imaginativos, que comparte con textos de ficción.
¿Qué quiere esto decir? Pues, en suma, que la ficción no se opone a lo factual... precisamente porque su terreno propio está allí donde la factualidad o no factualidad de un hecho o dato se vuelve irrelevante. Es esta indeterminación, u oposición en otra dimensión, la que a menudo confunde las discusiones teóricas sobre factualidad y ficcionalidad. Podemos concebir la comunicación ficticia como un juego comunicativo distinto del juego de la referencialidad. En cierto modo, nunca se encuentra un juego con otro... menos cuando una persona juega a uno y otra juega a otro, e intentan entenderse. Lo dicho, normalmente no se encontrarán.
¿Cómo se determina si un texto es ficticio o no? Lo decisivo es que no hay nada decisivo. Sólo hay contextos comunicativos en los que se hace una atribución de ficcionalidad, o un uso ficcional del texto. Y es muy posible que en otro contexto se haga otro uso o se estimule otro uso—por ejemplo, clasificando un libro como ficción o no ficción según convenga, como sucedió con La Lista de Schindler. En la práctica del discurso no hay tribunales de última instancia (excepto cuando se lleva una cuestión a los tribunales efectivamente), y un nuevo contexto supone una reelaboración y reciclaje del texto para darle un nuevo uso.
Por supuesto hay muchos blogs que se presentan como información especializada, factual, y en tanto que publicaciones informativas no tendrían por qué ser más problemáticos ni contrafactuales que una revista o diario impreso. Aunque el medio electrónico se preste a difuminar sus contornos hacia el terreno del blog personal, por la facilidad de publicación, la gratuidad (que crea virtualidad) y la tendencia al pseudonimato.
En el caso de los blogs personales, los conocidos del bloguero pueden leer su diario o reflexiones como información factual que lleve a otros tipos de interacción, o proporcione datos. Pero la mayoría de los lectores se sitúan en un ámbito de lectura por placer o entretenimiento, donde queda en suspenso la factualidad de lo dicho, se mezcla la realidad con la invención o las mentiras de maneras no contrastables, y todo queda aún más ficcionalizado por el uso frecuente de pseudónimos, que ayuda a separar lo que aparece en el blog de otros contextos "factuales" de interacción del bloguero. El pseudónimo es una de las mayores garantías de virtualización de la experiencia en red—pues usar el propio nombre se presta a interferencias. Pero es fácil adivinar que con estos presupuestos (variabilidad de los contextos, variabilidad de los usos, mayor o menor referencialidad contrastable de los hechos relatados...) los blogs personales se mueven libremente en un ámbito elástico de indeterminación entre un mundo ficcional virtual y el mundo real donde aterrizan a veces con estrépito o crean interferencias y ondas de irrealidad—como cuando irrumpen en nuestro mundo, por un portal interdimensional, seres incorpóreos procedentes de otro mundo coexistente pero inmaterial.
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