El gráfico de la cola larga no es sólo útil para economistas que buscan nichos en la red (al final todos encontramos un nicho en la red de nichos, por modesto que sea). No: va más allá. Parece describir una dimensión básica de la realidad, de la humana seguro, pero aún va más allá la cosa: es una especie de número de Avogadro, una proporción áurea, el pi (otro número con larga cola donde las primeras cifras tienen nicho en nuestra mente, y las demás... van en viabilidad decreciente) que nos da la fórmula de la atención que merecen las cosas, la fórmula de la cuadratura del círculo vicioso que se crea entre la oferta y la demanda.
Así, creo que también es aplicable a la interacción textual y narrativa. Una larga intervención narrativa, o discursiva en general, se enfrenta a un duro dilema. Por ser larga, es evitada por los interlocutores, que no están dispuestos a ceder espacio de su breve vida ni a ser esclavos de la interacción discursiva cuando ésta parece perder su honesto nombre de interacción. Sin embargo, para acceder realmente a un número importante de interlocutores, una intervención tiene que ser significativa—diferente o nueva, si se quiere. Y una de las dimensiones que permiten la novedad es la articulación extensa (poemas épicos, sinfonías, tratados filosóficos, largas novelas, películas en tres partes de tres horas cada una).
Una narración de gran importancia cultural, de gran autoridad, que se asegura su puesto y el ser oída en una comunidad ya no hoy, sino también dentro de cinco siglos, es, con frecuencia, una larga narración. La Ilíada. El Quijote. La Biblia en verso, vamos. La paradoja es que su longitud les hace ganar autoridad cultural, y atraer a nuevos lectores, a la vez que su longitud también hace que enormes números de lectores potenciales sean desanimados por lo imponente del mamotreto.
Tenemos pues, el gráfico de The Long Tale, que nos indica la relación entre los lectores atraídos o influidos por el texto, y la de los lectores que lo han leído efectivamente—entero.
Muy poquitos lectores, y entre esos los más influyentes (que esa es otra) han leído el texto completo. Son la cabeza del gráfico. Que desciende rápidamente a través de los lectores que lo intentaron duramente pero no llegaron (pendiente pronunciada aquí) hasta la larguísima cola de lectores que conocen la primera frase del Quijote, o eso de "En el principio creó Dios el Cielo y la Tierra", y no han pasado de allí. (Yo sí que me he leído el Quijote, y la Biblia, y la Ilíada, pero en esto no se puede ganar: por cada uno que te lees hay diez más cortos que no te leerás).
Por cierto, que la Biblia nos avisa al terminar de que "si alguno quitare cualquiera cosa de las palabras del libro de esta profecía, Dios le quitará a él del Libro de la vida, y de la ciudad santa, y no le dará parte de lo escrito en este libro". Así que ojo con saltarse nada de los textos largos—yo seguiré defendiendo la longitud de mis monstruosos posts para el lector que haya tenido paciencia de llegar hasta esta frase.
(Se me ocurre que la misma proporción gobierna la lectura recibida por los blogs: muy poquitos en cabeza han leído todo el blog, normalmente sólo el autor; menos han leído mucho, y muchos han leído muy poquito: a la larga cola que van. Y el blog queda como una de las formas posibles del long tale: el animalejo textual que tenía una cabeza bien definida y, pongamos, viva —y luego una larga serie de segmentos prescindibles y de importancia decreciente, perdidos en los intestinos del Tiempo).
Pero hoy no quiero abusar y no lo alargaré más. La gracia de nuestro señor Jesu-Christo sea con todos vosotros. Amen.
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