Un tipo calvo llamado Estela
Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa
Hemos ido con los críos a ver Los Cuatro Fantásticos y Silver Surfer,
y desde luego pasaron (pasamos) un buen rato, aunque a los mayores nos
produzcan emociones encontradas las versiones cinematográficas de
nuestros cómics de los años sesenta. Y eso que hay que reconocer que en
muchos aspectos hacen un buen trabajo de adaptación, siguiendo la tónica
de la película anterior
(y ya no hablo de efectos, etc., que eso da gusto verlos ahora sin que
se les note el falso fondo de pantalla cuando vuelan). Así, la Antorcha
es aquí irritante para todo el mundo, y no sólo para la Cosa; la Cosa
está "bien hecho" pero a cambio pierde colorido su lenguaje, al menos en
la versión doblada, con respecto a los comics. La Chica Invisible es
menos muerma desmayada y menos esposa asexuada que en los tebeos—aquí
tiene un peligro, y ahora siempre se las arreglan para desnudarla (esta
vez la tapan envolviéndola en llamas). Y Mister Fantástico... bueno, la
verdad es que el hombre no tiene mucho remedio, siempre tiene que haber
un muermo en el equipo para que los demás parezcan más coloridos. A
cambio, se lleva a la chica, y esta vez hasta se casan, con boda fallida
al principio, y lograda al final de la película, una vez han salvado al
planeta. La Chica Invisible renuncia a sus aspiraciones de ama de casa,
que las tenía, y se resigna a formar una familia anormal. Algo es algo.
Entretanto se dilucidan estos problemas de me
estudias o trabajas, se dedican a salvar al planeta, librándolo de la
amenaza de Galactus—convertido aquí en una nube espacial maligna, sin
faraón gigante dentro, al menos que veamos. Sus poderes desbordan a los
del equipo, así que la manera de derrotarlo es volver contra él a su
heraldo y esclavo, Estela Plateada, que es quien se encarga de destrozar
a su omnipotente patrón... y sin sufrir un rasguño, oyes. No es la
menor de las arbitrariedades de la película, que hacen que el
entretenimiento de verla se compre con constantes dosis de irritación
por las volteretas del guión. Así, el Dr. Muerte recupera sus facciones
originales, y se entromete en el argumento no se sabe muy bien para qué
(cuestiones de contrato del actor, supongo); y los cuatro fantásticos
intercambian sus poderes alegremente, produciendo la sensación de que
donde no hay normas claras ni límites todo vale y nada vale: pero es lo
que pide el público comiquero, efectismo rápido y fuegos artificiales.
Marchando una. Nos falta en español la palabra preposterous, imprescindible en estos casos.
Vuelve el subtexto terrorista: la interrupción de la boda de Mister
Fantástico y La Chica Invisible por efecto del Surfer es un poco como
el 11-S, aunque el Surfer tiene un tanto de piloto eslavo, más que de
piloso esclavo de Alá. Lo que está claro es que sí es un esclavo mental
de un régimen tiránico, el de Galactus. El Surfer, en tanto que
mensajero o Enviado, es a la vez una especie de ángel del apocalipsis y
una figura de Cristo—pero es el Enviado de un dios maligno y destructor,
que con esta escatología cósmica interfiere el funcionamiento correcto
de la maquinaria capitalista ya globalizada. Pero en fin, llega el final
del rollo y desaparece en un momento, y las luces de neón vuelven a
encenderse: Occidente no se apagará, y es más bien la malvada deidad que
emborrona los cielos la que desaparece en el momento en que la libertad
de conciencia se le hace entrar en la mente a Norrin Radd. La lección
viene de la Chica Invisible, que le recuerda al Surfer a su amada.
Siempre se puede elegir, le dice, y (paradójicamente, dado el subtexto
de terrorismo árabe) el Surfer elige el combate suicida, para obtener la
libertad espiritual. Ay, si las raíces del terrorismo se arrancasen con
hacerles reflexionar a esos mastuerzos... pero nuestros expertos
aseguran que no funciona así la cosa.
Un pequeño guiño hay
también contra las cárceles tipo Abu Ghraib y las prisiones secretas de
Bush: el ejército americano tortura al Surfer y usa "métodos ilegales"
puesto que no es humano y no tiene derechos vulnerables. Observemos que
aquí es el Ejército el responsable de estas acciones: al Presidente no
se le ve por ningún lado, y la figura de máxima autoridad es un general
negro e insolente. Es este general (o el Ejército) el responsable de
involucrar al Lado Oscuro (un Doctor Muerte que recuerda al Emperador de
Star Wars) en la Guerra contra el Terror. Los 4 Fantásticos
desaprueban esta deriva, pero también son prisioneros... Todo esto pasa
en Rusia, que aparentemente tiene ahora puntos de contacto con la parte
más negra del Ejército de los EE.UU. Pero aunque esta vez sobrevive el
calvo de la película, el negro, naturalmente, muere. Y Alicia, que se
case con la Cosa. Si la Cosa casa quiere.
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