Hay en IfBook una interesante reflexión sobre la acreditación académica de las publicaciones. Los responsables del desarrollo una web de publicación académica, MediaCommons, en la línea de la Web 2.0, están estudiando nuevas maneras de combinar la autopublicación libre con una versión evolucionada de los informes de expertos. El sistema de informes confidenciales por parte de los expertos entrará en crisis antes o después, al estar unido a un sistema de publicación basado en recursos escasos, y sin capacidad de medir la aceptación ya conseguida por un artículo en una comunidad dada. No creo que el sistema descrito sea una solución muy convincente, pero al menos avanza en esa dirección. Aquí está expuesto en una serie de diapositivas.
La idea básica es que el peipa es publicado de entrada, sólo que se somete a debate y revisión en la web (por personas acreditadas y no entes anónimos), y si el resultado del debate es informado favorablemente por un consejo de redacción, se publica una versión revisada y acreditada con una pegatina. Que, supongo, sube el valor de acreditación de la publicación. Me temo que no parece tan confidencial ni impersonal como el peer reviewing, pero a cambio es mucho más interactivo, y será inevitable que se desarrolle un sistema de valoración actualizado—sin que por eso creo que vayan a desaparecer de momento los tradicionales. Veremos qué peso relativo se concede a unas y otras publicaciones.
En lo que a mí respecta, no sé si volveré jamás a intentar conseguir karma académico por mis escritos. Me compensa mucho menos el tiempo perdido en ello, la lentitud del proceso, y las disensiones estériles en torno a cuestiones insignificantes y esterilizantes, como el número de palabras que empleas, o si sería oportuno mencionar a Periquito, que está asociado en la mente del lector con el tema que tú discutes. Sin contar con las distorsiones del sistema, que son muchas—en especial en los volúmenes monotemáticos o especiales de las revistas académicas, que ahora son ya casi la regla (lo excepcional es una revista sin monográficos).
Otro elemento a tener en cuenta en esta reorganización del karma académico será (aparte del prestigio del medio en que publiques) el impacto de un artículo medido no sólo en citas académicas, sino en visitas o en enlaces. Que son una nueva moneda en la economía en red. O también en votos arbitrados a través de metablogs tipo Digg, como este que acaba de crear Emilio Gil aquí mismo en Zaragoza: Literaturame.net: un portal de didáctica, literatura y filología que sirve para que los usuarios promocionen los artículos que han encontrado más interesantes. Y donde encuentro, por ejemplo, esta noticia sobre las nuevas revistas en red que minan la autoridad de las editoriales establecidas: "Rompen con las élites editoriales" . Hay tanto que leer... que los editores nos van a tener que pagar para leer, en lugar de cobrarnos como solían.
Por supuesto, hecha la ley, hecha la trampa, tanto en el sistema clásico de acreditación como en el nuevo. Pero hay que ver cuál nos aporta más para dirigirnos al público que buscamos y cumplir mejor las funciones comunicativas de la escritura. Para mí, por ahora, me ayuda mucho más a pensar y a barajar ideas un blog que un artículo escrito para pasar vistos buenos según procedimientos académicos. Así que ¡vivan los blogs y la publicación libre! La academia ya sabrá cuidar de sí misma y desarrollar estrategias para distribuciones mutuas de karma. Pero parece inevitable que este nuevo medio va a ventilar un poco los asfixiantes procedimientos y los corrillos disciplinarios de la academia. Al menos en disciplinas como la mía, la "Filología" o los "Estudios ingleses", estudios éstos que no son nada si no son una conjunción de diálogos diversos e influencias impredecibles, y que se mueren en cuanto se les aplica un Método oficial sancionado por una comunidad cerrada.
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