La Asociación de Víctimas del Terrorismo se ha convertido en el chivo expiatorio de gran parte de la izquierda, por sus opiniones sobre la política antiterrorista del gobierno, por manifestarse contra ella, y por elegir al representante que creen que mejor defiende su postura y sus intereses (que "les manipula" al decir de quienes no tienen el menor interés en ellos a no ser para tildarlos de fachas). Sirva de ejemplo la opinión de Javier Marías:
"Si
una víctima delinque, no por eso deja de ser víctima, pero pasa a ser
también un delincuente. Y si una víctima persigue e insulta a quien le
lanza una mirada o lee el diario que le apetece, tampoco dejará de ser
víctima, pero además se habrá convertido en un energúmeno, un
intolerante, un enemigo de la libertad y un miserable. Que el señor
Alcaraz, de quien las Víctimas están siendo víctimas en los últimos
tiempos, se pare a pensarlo un minuto, y se aplique el cuento."
(JAVIER MARÍAS, "Un país demasiado anómalo", El País Semanal, 21 de enero de 2007)
(JAVIER MARÍAS, "Un país demasiado anómalo", El País Semanal, 21 de enero de 2007)
La ocasión de este artículo es que a una amiga suya la abuchearon e insultaron unos energúmenos durante una manifestación de la AVT porque la vieron comprando El País. ¿No parece un poco injusto, o más bien muy injusto, cargar contra el conjunto de la manifestación y de los manifestantes (cientos de miles de ellos) porque la amiga de Marías fue a dar con unos energúmenos? Vamos, que oyendo a Marías parece que era Alcaraz quien les iba jaleando a esos mamelucos, o pidiendo linchamientos de lectores de El País. ¿Desautorizar en persona al presidente de la AVT, acusándolo de manipulador, y por implicación soterrada y mezquina, también de "energúmeno, intolerante, enemigo de la libertad y miserable"—a él y a todos los miembros de la AVT, convertidos ahora según parece en delincuentes? Todo entre líneas, claro...
Me encantan las novelas de Javier Marías. Pero este artículo, y otros del mismo autor en el mismo medio, son sectarios, injustos, producto de una mala cabeza y un mal corazón... o de un mal momento. Tiene trastocadas las prioridades, y hace un uso falaz y tendencioso del caso que presenta como representativo. Pero tanto a Marías como a su amiga le alarma el uso de banderas españolas en las manifestaciones. Sólo queda repetir con él: "¿qué clase de lugar es éste en el que todavía nos sobresalta y alarma la abundancia de enseñas del país nuestro?" ¿Qué clase de País estamos haciendo, tan anómalo y autodestructivo?
A mí no me gustan las banderas. Cuantas menos, mejor. Pero más que la exhibición de la bandera nacional, me alarma más el que se considere motivo de alarma su uso por parte de personas que le recuerdan al Gobierno (y a tantas personas como el Sr. Marías) la obligación de atender a la justicia. Y aún más me alarma que sea necesario ese recordatorio.
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