Está barato el Grand Prix de Cannes, no desesperéis, aficionados, que si se lo ha llevado esta película se lo puede llevar cualquiera. Sin ser un bodrio, es flojilla, y desde luego presupuesto cero – lo que digo, Cannes a tu alcance, hombre del vídeo. Aunque me temo que no: precisamente será más bien la demostración de que en los concursos todo es trabajo de pasillo y bambalinas para obtener el premio.
La película desde luego es lo que pretende ser, no puede ser de otra manera casteando a Bill Murray, un personaje que emana aburrimiento, con una cara inexpresiva y erosionada por el alcohol y las horas de barra de bar en solitario. (No desesperéis por cierto tampoco vosotros, ligones frustrados. Si un tipo tan soso, aburrido y marmolillo como éste puede pasar por un Don Juan en mal estado, todos lo somos). A tono con la pesadez e inexpresividad del personaje, a la película le sobra cerca de una hora de paseos en coche y esperas en aeropuertos, que el espectador ha de sufrir como si estuviese él mismo yendo a investigar a una lista de sus antiguas novietas por todo el país. Pues eso es lo que hace el Murray, aunque aquí lo llaman Don Johnston, y de hecho, más que un Don Juan como Don Johnson, es un señor pedrusco.
Resulta que alguno de esos antiguos ligues, quizá, le envía un anónimo diciendo que tuvo un hijo con él (primera noticia) y que el chaval quizá lo vaya a visitar. Él investiga, siempre sin hacer lo más obvio, que es preguntar... Pero no penséis que demuestra ese grado de iniciativa, no, va enviado por su amigo y vecino, que le ha hecho la investigación previa de las viejas novias y hasta las reservas de vuelos, todo el trayecto; o sea que va como un saco de patatas de aquí para allá. Y se encuentra con la primera ex, una señora cariñosa con la que se vuelve a acostar, después de escapar por los vellos de acostarse con su hija calentorra, que se llama nada menos que Lolita – y aquí se adivinará que la película rechina, pero en otros sitios también... está rodada como sin vida, con el director yendo de escena en escena como el Murray de novia en novia, pasando obligadamente por todos los hoteles y aeropuertos.
Otra girlfriend resulta que era una sosa al cuadrado, tienen una cena horrible junto con el marido de ella, un tío majo, y ella aclara que "no había querido tener hijos con su marido porque no estaba segura de ser una buena madre para los hijos de él" – una especie de falsa pista en las que se especializa la película (uno de sus rasgos interesantes): nos suelta amagos de cosas, amagos de ligues, por ejemplo, o amagos de la aparición del hijo, que quedan todos en nada; y con ese uso tramposillo de las convenciones (leurres que diría Genette) la película nos hace compartir la experiencia del personaje, qne no sabe muy bien a qué atenerse, si creer lo que le pasa o no.
Otra novia de don Don se ha vuelto lesbiana, otra ha muerto, otra es una ángel del infierno y (aunque también está la escena llena de pistas falsas) sólo se lleva al final un ojo morado. Y ve posibles hijos por todas partes, aunque la película da a entender que igual todo es un montaje de la novia que lo abandonaba al principio de la película, para darle una lección por memo. Y en eso queda la película, sin resolver, y sin muchas esperanzas de que Murray Johnson deje ser menos muermo y menos memo... El final es súbito y quizá lo más original de la película, contribuyendo en tanto que final abierto a inocular al espectador la incertidumbre que siente el personaje.
Los encuentros con antiguos amores suelen tener un punto de lo que refleja la película, un toque de incongruencia o de cruce de dimensiones, una tensión incómoda, o conmovedora, o incomodovedora.... Pero los encuentros de la peli son más patéticos aún que en la realidad. Aunque creo que eso se debe al vacío vital tan apabullante del personaje, que sólo puede darse en un constructo ficcional insuficientemente amueblado... espero.
Vamos, que si os gustó aquella desesperante película uruguaya del pequeño patrono cutre que recibía a un hermano y hacía pasar a la patética secretaria de la empresa por su esposa, para que el hermano creyese que estaba casado...bueno, pues os encantará ésta también. O la de Lost in Translation sin ir más lejos, vamos, podía ser el mismo personaje a su vuelta de Japón. En ésta ya se podía haber perdido algo en la traducción también, unos minutejos y unos planos tontos por ejemplo. O si no, igual se podía hacer al revés, y dejar sólo los planos de conducir el coche y esperar en los aeropuertos y hoteles, saltándose todo el argumento de las exes; igual retrataba mejor el yo interior del personaje.
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