- ¿Sabes qué he soñado?
- No. Deberías saber que no lo sé. Aunque me lo imagino. Algo de dinosaurios.
- No, que si te lo cuento. Sí que iba de dinosaurios, bueno, más bien de mi libro de Parque Jurásico. Estábamos en un parque de juegos, y de repente veo que venía Ivo con MI libro, y estaba todo rayado y destrozado, con las hojas sueltas y vueltas a poner de cualquier manera, y me lo enseñaba muy orgulloso, y ponía, "LIBRO DE IVO".
- AAAARrrrrgh. Es horrible, Álvaro, te comprendo.
- (Ivo): Jejeje....
- Y yo iba a chivarme, bueno, os decía, mira qué ha hecho Ivo, pero no me hacíais caso, y os enseñaba el libro, pero me decíais ¡¡¡"Ordena esto", "haz los deberes", "deja el libro de Ivo" !!!
- (IVO, con la mirada iluminada y risa de supervillano o de Rafa Fernández): ¡¡¡HAH HAH HA HA HAAAA!!!
- (Álvaro) - ¡Sí! ¡Eso mismo! ¡¡Así se reía en mi sueño!!
- ¡¡¡HAH HA HA HA HAAAaaa....!!!
Hay rivalidades y ansiedades, pero bueno, las van descargando en los sueños y en los juegos, rara vez en enfrentamientos directos, aparte de esos de "Álvaro no me quiere dar mi bionicle," etc. A su manera demuestran así no sólo buena pasta, sino también sabiduría de esa inconsciente. Ya de pequeño, en plena crisis de príncipe destronado, Álvaro nunca se volvió contra Ivo, y no tenía para él más que gestos y palabras de aprecio y cariño. Pero lo pillé con el querido oso de peluche de Ivo, dándole una samanta palos, a la vez que murmuraba: "Este oso es un peligroso enemigo de Ivo. Debe ser eliminado.... ¡Zaca! ¡Toma!" Pues sí, toma ya compensación simbólica.
Digamos que Álvaro toma una distancia; sabe que es el líder, y eso le compensa – aunque también es hábil en suprimirla del todo, y ponerse rápidamente al nivel de Ivo y de Oscar para jugar con ellos o para sacar ventajillas. Es un juego teatral que le proporciona bastantes satisfacciones, y así encuentra suficiente espacio holgado y multiplicidad de personajes dentro de sí mismo, como para no verse agobiado por unos pocos más que le vengan de fuera.
Más peligro, por menor distancia, hay entre Ivo y Oscar. A falta de gemelos, nos apañamos con estos pseudo-gemelos ("Dilás plismáticos"). Estos sí que están con frecuencia a la greña, o en curiosas relaciones interactivas donde no se sabe si se están disputando o están colaborando. Tenemos un cuento que escucha Ivo incansablemente en un cassette, donde salen dos geniecillos simétricos llamados Nipirá y Nipiré, que hacen sus trastadillas juntos, y el rato que no, se dedican a zurrarse la badana uno a otro; así que cuando están en ese plan los llamo los Nipirés. Se hacen teatrillos uno a otro también para jugar:
- Vale ahora que tú decías, "¡Eh amigo, pero si ese material no te sirve para nada!"
- (Oscar): ¡Eh amigo, pelo si ese matelial no te silve pala nada!"
Y, cosa más extraña, también Ivo (que es un poco reyezuelo) acepta los scripts de Oscar para repetirlos fielmente.
Hoy me los he llevado a comer a la cantina de Derecho, cosa que les hacía ilusión desde hace días ("¡¡O glacias, glacias!!" - Oscar es el más agradecido sin que nadie se lo mande; los demás... bueenoo). Les he preguntado si les hacía ilusión pensar que eran estudiantes de la universidad:
- No. Nos hace ilusión comer en Derecho, porque es una comida riquísima. (Vaya, ójala se enterase el cocinero de las opiniones de este público).
- Ya, la comida es lo bueno, entonces. ¿Pero te gusta el ambiente, la compañía de los estudiantes, o te molesta?
- Ellos nos ignoran a nosotros olímpicamente, y nosotros los ignoramos a ellos olímpicamente.
Y es en Derecho donde hemos encontrado este bonito cartel en el que que aparecen talmente retratados, con gran penetración psicológica por parte del artista, Nipirá y Nipiré.
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