Me han regalado el mismo día (¡gracias!) dos objetos con dibujos de Escher en la portada: uno un disco del grupo de rock Caída Libre, con esas escaleras imposibles sin orientación gravitatoria, o "sin dirección", como dice el título del disco: recomendable para rockeros entre duros y orejadevangogheros. Pues disfrutaremos oyendo la versión rocanrol de la persona que me regaló el disco, que para mayor desorientación se ha introducido entre las figuritas sin cara que suben y bajan por las escaleras de techos y paredes. El otro regalo es un libro sobre rupturas de marcos en la narracion: Métalepses: Entorses au pacte de la représentation (editado por John Pier, que me lo envía, y Jean-Marie Schaeffer). Este es recomendable para narratólogos genettianos (de hecho hay un artículo de Genette, también aparecido en su reciente libro sobre el mismo tema). Sobre el tema de las rupturas de marcos narrativos también tengo yo algo escrito poraquí y por allá. Y está, por supuesto, el genial libro de Goffman Frame Analysis, un megamust, que analiza cómo la realidad y las ficciones que la constituyen están estructuradas por estos marcos a la vez reales e imaginarios que traspasamos continuamente para sorpresa nuestra. La portada de Métalepses es el dibujo de Escher de las dos manos dibujándose una a otra. Ese dibujo me inspiró a mí, creo, este otro de los lápices, que sin embargo necesita al menos un lápiz de verdad para verse en condiciones. La cuestión filosófica que suscita es, teniendo en cuenta que uno de los lápices es real y el otro está dibujado, ¿la línea que los une es real o ficticia?
—oOo—
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: