Vamos al dentista por primera vez con Pibo, que le baila un diente de leche, y sin embargo no parece excesivamente preocupado.
- "Bueno, es una dentista, no un dentista", le digo.
- "Ah."
(Él está pensando más bien en el tercero en discordia, el ratón).
- "Igual te da como un pellizquito, y luego no te duele nada"
- "¿Cómo me hará?"
- "Así, pic!"
Sube tan contento, y nos hacen pasar a la sala de espera, donde había sólo una señora. Nos sentamos, y esperamos un rato, yo medio dormido, la señora con cara de circunstancias hojeando revistas, y Pibo rígido como una tabla en un sillón. Le pregunto,
- "¿Qué piensas, Pibo?"
- "En nada."
- "¿Nada nada? Vaya."
El chaval medio vuelto de espaldas en el sillón, mirando una esquina, inmóvil. Hacen pasar primero a la señora, nos quedamos solos en la sala de espera y al poco Pibo me pregunta
- "¿Dónde se ha ido?"
- "Pues seguramente a que le curen un diente, a que la mire la dentista".
- "Ah ... ¿ella no era la dentista?"...
(!!!...) - (¡Por lo que se ve, el chaval esperaba que de un momento a otro la señora soltase la revista y la emprendiese con él allí en la salita... Total que cuando se vio sentado en el sillón del tormento, casi estaba aliviado del terrible suspense).
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