Hoy pasamos el día con Adrián y luego con su madre Marisol, que me trae el primer regalo de cumpleaños de este año, ahora que estoy yo preparando la depre: un cuadro pintado por su tía María Antonia, antigua maestra mía en Biescas (¡¡gracias!!). Es curioso que la casualidad hizo que Marisol, que pasaba los veranos en Biescas en el piso de encima de donde yo vivía, fue a parar treinta años después a vivir al piso de encima del que yo vivía en Zaragoza.
Por la tarde me pego una panzada corrigiendo redacciones mientras los nenes ven una película supuestamente basada en Viaje al Centro de la Tierra pero que no tiene nada que ver con la historia de Julio Verne. Salen dinosaurios, eso sí, suficiente para que al trío le guste. Luego se quedan con la tía y me parece que ven en la tele una de Dark Vader, hoy van servidos.
Mientras, nos vamos de cena con unos amigos a un chino chino, es decir, donde van a cenar los chinos cuando cierran su restaurante chino o su tienda de todo a cien; está allí hacia el final del Paseo de Calanda, en una calle a un lado, donde antes había un local y todavía está el cartel de Ar@nda.Y en efecto, era el chino ligeramente distinto de los otros, tampoco exageradamente: había ensalada de medusas, fiambre de lenguas de pato, perro no sé, no pregunté. Sí había un poster con Mao Zedong, antes Tsé Tung, cosa inaudita en los chinos de dragones y budas, y había vídeos musicales chinos, con el equivalente a La Marchenera o Agua, Azucarillos y Aguardiente en versión china..
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