Pongo un comentario en el post de Crónicas Bárbaras"Los españoles ante los caníbales"—donde se sigue dando vueltas a la justificación de la invasión española de México y a la barbarie de los indígenas, y a si estos eran caníbales o no:
Para
ser más exactos, los españoles tuvieron que aguantar que sus aliados
(también caníbales) siguieran practicando el canibalismo con las
víctimas aztecas de las batallas, mientras se decidía la guerra con los
aztecas, pues no estaban en condiciones de poner condiciones. Lo de los
15 gramos había que estar allí para pesarlo, sin duda. Las pirámides de
calaveras y los testigos oculares dan otro testimonio.
Es cierto, por otra parte, que no había por qué conquistarlos ni
atacarles. Se les podría haber propuesto, también, una alianza de
civilizaciones. Pero no eran las costumbres de la época. Y es más que
probable que también hubieran muerto a millones por las epidemias (véase
Jared Diamond, 'Guns, Germs, and Steel').
Sin duda, la civilización azteca era muy meritoria en muchos
aspectos—tenían maravillosa artesanía, organización avanzada, gran
arquitectura y urbanismo, tecnología ingeniosa, literatura y bellas
artes plásticas. Moctezuma puede que desayunase bebés, como plato
favorito, pero era un hombre muy educado y todo un caballero, de eso
quedan testimonios unánimes. Y hasta en Apocalypto, que
no es precisamente pro-azteca, pueden apreciarse algunas de estas
virtudes locales. Ahora bien, todos estos adelantos culturales también
los tenían los nazis y no suele uno deshacerse en elogios ante ellos,
diciendo, "vale, se dice que mataron a millones de judíos y que eran
crueles, pero no se olviden Vds. de las películas de Leni Riefenstahl, y
de esos preciosos Messerschmitt..." —etc. Más bien se dice, "Leni
Riefenstahl filmaba bien, y los Messerschmitt estaban bien diseñados, pero...".
A los aztecas, el sentimentalismo progre europeo y la patriotería
americana—y el odio a España y a la Hispanidad—han llevado a aplicarles
esta otra perspectiva, la de pobres víctimas de la historia. No, si es
para pensar que la historia no la escriben sólo los vencedores, ni tan
siquiera los vencedores y sus críticos—parece que se ha colado
directamente algún azteca mal desayunado, entre los revisionistas.
Para ser más exactos, los españoles tuvieron que aguantar que sus aliados (también caníbales) siguieran practicando el canibalismo con las víctimas aztecas de las batallas, mientras se decidía la guerra con los aztecas, pues no estaban en condiciones de poner condiciones. Lo de los 15 gramos había que estar allí para pesarlo, sin duda. Las pirámides de calaveras y los testigos oculares dan otro testimonio.
Es cierto, por otra parte, que no había por qué conquistarlos ni atacarles. Se les podría haber propuesto, también, una alianza de civilizaciones. Pero no eran las costumbres de la época. Y es más que probable que también hubieran muerto a millones por las epidemias (véase Jared Diamond, 'Guns, Germs, and Steel').
Sin duda, la civilización azteca era muy meritoria en muchos aspectos—tenían maravillosa artesanía, organización avanzada, gran arquitectura y urbanismo, tecnología ingeniosa, literatura y bellas artes plásticas. Moctezuma puede que desayunase bebés, como plato favorito, pero era un hombre muy educado y todo un caballero, de eso quedan testimonios unánimes. Y hasta en Apocalypto, que no es precisamente pro-azteca, pueden apreciarse algunas de estas virtudes locales. Ahora bien, todos estos adelantos culturales también los tenían los nazis y no suele uno deshacerse en elogios ante ellos, diciendo, "vale, se dice que mataron a millones de judíos y que eran crueles, pero no se olviden Vds. de las películas de Leni Riefenstahl, y de esos preciosos Messerschmitt..." —etc. Más bien se dice, "Leni Riefenstahl filmaba bien, y los Messerschmitt estaban bien diseñados, pero...".
A los aztecas, el sentimentalismo progre europeo y la patriotería americana—y el odio a España y a la Hispanidad—han llevado a aplicarles esta otra perspectiva, la de pobres víctimas de la historia. No, si es para pensar que la historia no la escriben sólo los vencedores, ni tan siquiera los vencedores y sus críticos—parece que se ha colado directamente algún azteca mal desayunado, entre los revisionistas.