Muere una vez más Adolfo Suárez—última muerte de momento, esperando la última de verdad, de la que nadie se acuerda, pues todos tenemos el olvido al acecho. No recuerdo si alguna vez le voté, quizá debería haberlo hecho, aunque sí era un poco tahur del Mississippi, como lo llamó uno bastante más golfo que él.
Allá hacia 1979 cayó una buena nevada en Biescas, e hice allí un gran muñeco de nieve de Adolfo Suárez (el hombre del momento, lo llamaba yo por entonces). No sabía que el Suárez de verdad también se derretiría poco a poco, y que incluso antes que él, mucho más rápido, se fundiría al sol la UCD que heredó Landelino Lavilla, después de haber sido tan votada y tan seguida. Ójala con más merecimientos se derritan así el PP y el PSOE, y la monarquía del Estado de las Autonomías, no caerá esa breva.
Hoy escribe Federico Jiménez Losantos sobre Las tres muertes de Adolfo Suárez. Sobre otra de ellas decía yo algo al respecto aquí, a cuenta de un libro que decía contarnos la verdad del 23-F. El 23-F que acabó con Suárez y entronizó al Rey— demostrando por si hacía falta las ruedas de molino que se le podían hacer tragar al Pueblo. Una historia que sigue resonando y funcionando. Todos al suelo, coño.
Muchas cosas sabía Suárez al respecto, sin duda, aunque "no se las contasen todas" ni de eso ni del 11-M—que ya lo pilló con agujeros en la cabeza—muchas cosas que no dijo antes de que se le olvidasen en una de esas muertes a plazos y esas desmemorias que nos aquejan a todos, y a algunos más. Se ha ido a morir esta vez Suárez, miren, el 23-M. Podía ser otra fecha emblemática.
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