Voy a buscar a Oscar a la salida del cole.
- Hola, Oscarelo.
- Hola. ¿No venía Álvaro a buscarme?
- Es que se ha distraído el mal Abo, y se ha hecho tarde, así que he venido yo.
- Bueno, así voy en moto.
- Agarra bien la mochila. Oye, a ver si me lo imagino yo, cuando te
viene a buscar Abo, ¿volvéis juntos hablando de vuestras cosas,
educándote él como hermano mayor, etc., o te hace andar detrás tirando
de tu mochila?
- Sí, exactamente, me hace andar detrás. Y si le dirijo la palabra, me dice que me calle.
- Este Álvaro.... bueno, no hay que darle mucha importancia. Son cosas
de adolescentes. El control de grupo puede mucho, a Ivo tampoco quiere
acompañarlo al instituto, siempre se va antes si puede.
- Y además, cuando volvemos, anda muy deprisa, yo lo tengo que seguir al trote. Y como estoy bajo de hierro, llego extenuado.
- Pobre niño. Este Álvaro, habrá que hablar con él. Oye, ¿y de deberes qué tal?
- Casi hechos ya. Y tengo un ocho con cinco.
- Vale, chaval. ¿Te vendrás a ver a la abuela y al primo Íñigo?
- Si va Ivo. Es que si no estoy desorientado.
- Bueno, pero ahora vais a colegios distintos. Si tanto necesitas a Ivo, ¿por qué no te quieres cambiar de cole para ir con él?
- Es que a Ivo lo necesito sólo en casa. En el colegio va con sus amigos,
y no me hace caso, es su modus operandi, hace como si no existo. Bueno,
y yo voy con mis amigos. Pero en casa, Ivo es un elemento necesario de
mi biotopo.
- Si tú lo dices, chaval, sólo si tú lo dices. Modus operandi, te voy a llamar yo.
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