lunes, 28 de mayo de 2012

La devoción del sospechoso X (despejando la incógnita)

La devoción del sospechoso X es un thriller de Keigo Higashino; cuenta cómo el profesor de matemáticas Ishagami trata de encubrir a su vecina Yasuko, de la que está enamorado, desviando la atención de la policía en un caso de asesinato. Yasuko ha matado a su ex-marido que la acosaba, e Ishigami construye una coartada que primero desvía la atención de la policía hacia el día siguiente al asesinato, y por último, cuando los investigadores Yukawa y Kusanagi van cerrando el círculo, lo señala a él como el auténtico autor del asesinato que investigaban—auténtico para sorpresa del lector, a quien una narración fiable le ha mostrado cómo era Yasuko y no Ishigami quien mataba al molesto ex.


 


La narración es fiable en el sentido narratológico, pero claro, hasta una narración fiable oculta sus bazas. En este caso el punto de vista nos ha ocultado gran parte de lo que Ishagami hacía y pensaba, cuando creíamos conocerlo mayormente. En muchas novelas de detectives hay una tensión paralela entre por una parte el criminal que oculta las pistas, o crea pistas falsas para el investigador, y por otra parte el novelista que crea otra serie de pistas falsas para el lector. Esto da una cierta cualidad reflexiva al género, que se convierte en un duelo entre autor y lector avezado. Las escenas de desvelamiento adquieren también con frecuencia una cualidad metaficcional, pues los comentarios sobre la técnica del asesino son también en parte comentarios sobre la técnica de ocultación del novelista:

—Lo de ese tipo da realmente miedo...—murmuró Kusanagi.
Yukawa estuvo de acuerdo.
—La clave que me permitió darme cuenta de la colosal jugada de Ishigami fue una conversación que mantuve contigo.
—¿Conmigo?
—Sí. Hablamos de las estrategias que utilizaba Ishigami a la hora de elaborar sus exámenes de matemáticas. Me dijiste que él te había contado que se aprovechaba de los ángulos muertos generados por las ideas preconcebidas. Por ejemplo, simulaba haber puesto un problema de geometría, cuando realmente era de funciones.
—¿Y bien?
—Pues que siguió el mismo patrón: simular que la cuestión principal era la coartada, cuando en realidad era la ocultación de la identidad del cadáver.

Ishigami mató (al día siguiente) a un indigente y sembró de pruebas falsas el escenario para que la policía le atribuyese la identidad del asesinado ex-marido. El mismo procedimiento policial y judicial se encargaría de cubrir el caso, haciendo que el otro cuerpo, si alguna vez se encontraba, no se relacionase para nada con este asesinato ni con el marido de Yasuko—y mientras la coartada de ésta para el segundo asesinato, que ella desconocía, estaría bien asentada. Termina la novela con el fracaso del plan de Ishigami, pues Yasuko, al conocer el plan, decide entregarse conmovida por su sacrificio. Yasuko no lo hubiera conocido de no ser porque Yukawa sí logra desvelar la estrategia de Ishigami, aunque sin por ello lograr exponerla.

La cuestión de los ángulos muertos como solución al enigma puede compararse a la que propone Poe en "La carta robada"—la ocultación a simple vista, por el procedimiento de trabajar con las presuposiciones del rival (lector, policía).

Otro pasaje metaficcional, cuando Ishigami se da cuenta de que Yukawa le va siguiendo los pasos:

—No, ha sido muy interesante, de veras —insistió el matemático—. En una ocasión me planteaste qué era más difícil, si elaborar un problema que resultara irresoluble o resolverlo. ¿Lo recuerdas?
—Si, lo recuerdo—dijo el físico—. Y mi respuesta es que resulta más difícil elaborarlo. Creo que quien se dedica a resolver problemas siempre debe respetar al que los plantea.

Lo cual también vale para la relación entre lector y autor, por avezado que sea el lector.  Además el autor goza de topsight. La única solución posible para ganarle al autor en su juego de one-upmanship consiste en utilizar su propia estrategia contra él, a la manera del judo—y buscar el conflicto de la novela, o la smoking gun, en un plano que no es el propuesto por el autor. El enfrentamiento con el crítico es diferente del enfrentamiento con el lector; y cierto es que Yukawa tiene algo de crítico.

Por tanto, mejor que un análisis continuado de la trama, proponemos un combate de judo entre la novela de Higashino y la teoría paranoica de la observación mutua que desarrolla Erving Goffman en Strategic Interaction.

 
 
                                            —oOo—

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