La promoción colonizadora del inglés es un aspecto más del páramo cultural que vive España.
En el franquismo no hubo el páramo cultural que han querido hacernos creer los sectarios, y cuya vegetación puso de relieve Julián Marías. Pero hoy sí vivimos en un auténtico páramo: nuestra universidad es un chiste, con las debidas excepciones, España no genera casi ningún producto cultural de verdadero valor u originalidad, mayormente se limita a seguir, vulgarizándolas y empobreciéndolas, ideas o hallazgos surgidos en otros países, y la tendencia es a ir más allá en esa dirección, en un auténtico deseo de gibraltarizar el país convirtiéndolo en una colonia cultural de los países anglosajones, proceso que va a más. Obsérvese la obsesión, impuesta por políticos e intelectuales de tres al cuarto, por introducir la enseñanza bilingüe y su argumento: la “utilidad del inglés”. Su utilidad, se nos advierte, consiste en que es el idioma de la ciencia, de los negocios, de la música, de la canción, de la milicia, de la economía, del arte, en fin, de prácticamente todas las actividades culturales superiores, de las que el español sería progresivamente excluido. No hay, por nuestros responsables, el menor intento de frenar esa deriva que deja al español como idioma doméstico, de una televisión de ínfima calidad y de un politiqueo barato. Por supuesto, semejante impulso no proviene del pueblo, sino de minorías desvergonzadas, las mismas que nos han llevado a la ruina actual con su corrupción y su ceguera, y que de muchos modos están convirtiendo al país en un páramo. Un páramo pantanoso o enlodado.
(Aparte de lo que le desbarra la neurona a Pío Moa con la idealización del franquismo, es exageradamente negativo sobre nuestra universidad, con todas sus limitaciones. De su razonamiento o despotrique salvo la necesidad de promocionar el español como lengua de cultura y de la ciencia internacional, por difícil que esté la cosa: ahora bien, el supuesto "páramo cultural" de España lo sería todavía más con menos inglés; la promoción de la cultura española no puede hacerse ignorando la hegemonía del inglés sin más; si ha de destacar la cultura española tendrá que ser con más español y también con más inglés y mejor conocimiento de lo que se hace en inglés. Otra postura suena a autarquía cultural insensata, aunque tampoco creo que sea eso lo que pretende proponer Pío Moa).
El poco objetivo objetivismo de Ayn Rand (y en esto estoy más de acuerdo con Pío Moa):
Sobre Ayn Rand:
Blog, Gargamel9, explica el sistema de Ayn Rand:
1- La realidad existe como un objetivo absoluto, los hechos son hechos, independientemente de los sentimientos de los hombres, sus deseos, esperanzas o miedos.
¿De veras? Los sentimientos, deseos, esperanzas y miedos de los hombres son parte de la realidad y obran sobre ella, transformándola para bien o para mal.
2- La razón, la facultad con la que uno identifica e integra los materiales de los que le proveen sus sentidos, es el único medio que tiene el hombre de percibir la realidad, su única fuente de conocimiento, su única guía para la acción, y su medio básico de supervivencia.
No estoy muy convencido. El hombre tiene más medios que la razón para percibir y conocer la realidad, y su guía para la acción y la supervivencia es algo más amplio: el sentimiento y la intuición del mundo y de la vida, cuya profundidad no agota la razón. Por otra parte, la razón no da lugar a orientaciones unívocas, sino a menudo divergentes e incluso opuestas. La reivindicación exclusivista de la razón por ciertas personas y grupos ha dado lugar a grandes catástrofes.
3- El hombre, cualquier hombre, es un fin en sí mismo, no un medio para los fines de otros. Debe existir siempre solo por si mismo, nunca sacrificándose él para otros o sacrificar a otros para si. La búsqueda de su propio y racional propio interés y su propia felicidad es el más alto propósito moral de su vida. Tampoco me parece muy acertado. El individuo solo puede existir en sociedad, lo que supone que en gran medida es un medio para los fines ajenos. Así, el tendero es para el cliente un medio, y que sea feliz o no es algo que solo importa a él. La vida social permite la vida de los individuos, pero al mismo tiempo la constriñe y limita con normas de muchas clases, sin las que la sociedad se desintegraría.
4- El sistema político-económico ideal es el capitalismo laissez-faire. Es un sistema donde el hombre trata con otros hombres, no como victimas o ejecutores, no como amos o esclavos, sino como comerciantes, por intercambio libre y voluntario que les reporta el mutuo beneficio. Es un sistema donde ningún hombre puede obtener ningún valor de otros recurriendo a la fuerza física y en el cual ningún hombre puede iniciar el uso de la fuerza física contra otros. El gobierno actuá solo como policía que protege estos derechos, emplea la fuerza física solo como represalia contra aquellos que inician su uso, como los criminales o los invasores extranjeros. En un sistema de capitalismo total, debería haber (aunque históricamente aun no ha habido) una completa separación entre el estado y la economía, del mismo modo y por las mismas razones que existe la separación entre iglesia y estado.
Suena a utopismo tradicional, nuevamente. No hay ningún capitalismo ideal, y aunque –en principio—impide la fuerza física, no impide otras muchas formas de coacción que limitan las capacidades del individuo. No es lo mismo comerciar con mercancías que con el propio cuerpo y su fuerza de trabajo (no sigo a Marx en esto) como ocurre con la mayoría. No todo el mundo puede establecer un negocio y comerciar, pues los bancos no le facilitarían crédito, aparte de que si se arruina puede encontrarse en una posición en que la propia felicidad o el propio interés se convierten en un chiste. No puede haber una separación total entre el estado y la economía, porque el estado tiene un lado económico más o menos amplio, cuesta dinero e influye necesariamente en el resto de la sociedad. Y que el estado pueda prescindir de la religión es algo que está por ver, ya que hasta ahora unas religiones han sido sustituidas por otras o por sucedáneos de ellas. La relación entre el estado y la religión admite muchas variantes, pero una de ellas no es la completa separación. Digamos, por otra parte, que el comercio puede hacerse de muchas formas, como las que sugerían los políticos tratados por los pastores de Porriño (Ver el otro blog). Además, sobre esa base [propuesta por Rand] no habría existido en la historia ningún sistema político-económico legítimo o simplemente admisible. Y seguiría sin existir, porque tampoco existe ni probablemente pueda llegar a existir tal sistema en la actualidad.
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