"Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso."
(Walter Benjamin, Tesis sobre la Historia y Otros Fragmentos)
Pongo un comentario al post de Historiantes sobre este ángel:
Creo que con ese ángel que mira atrás se refiere Walter Benjamin al conocimiento retrospectivo que constituye la historia, y que le da su perspectiva sobre los acontecimientos superior a la de los contemporáneos. Los contemporáneos viven inmersos en acontecimientos cuyo significado desconocen, porque ese significado todavía no se ha producido (lo producirá el tiempo, con sus resultados y consecuencias)—es decir, nunca vivimos los acontecimientos históricos que nos son contemporáneos como tales acontecimientos históricos, o al menos nunca de la misma manera. Esa expresión que utiliza a veces la prensa, "estamos contemplando un acontecimiento histórico", es una especie de apuesta. La historia en el sentido de procesos históricos sucede en el presente, en cada presente, pero la Historia como historiografía, como gran narración, como acumulación de tiempo y conocimiento, es inherentemente narrativa y retrospectiva. Si es que no es retroactiva... porque podría parecer que algunos de estos acontecimientos históricos son generados "en el pasado" tiempo después de que éste haya transcurrido. Cuando efectos imprevistos entonces acaben por salir a la luz, y los acontecimientos ahora "históricos" sean reevaluados por la posteridad. Pero esta retrospección/retroacción, lejos de significar que podemos cambiar el pasado a nuestro gusto, significa lo contrario, como dice Benjamin: no sólo la tragedia de que no podemos evitar las catástrofes que sucedieron (no podemos avisarles de lo que se avecina, de lo que vemos desde nuestra atalaya del futuro), sino también nuestra propia tragedia: nuestra acción interpretativa no está por encima de la historia, sino que está involucrada con los acontecimientos de nuestro tiempo, y también como historiadores actuamos, somos arrastrados por el viento huracanado de la historia en el que nuestra interpretación o perspectiva es un acontecimiento (insignificante) más.
No deja de recordar esta visión del conocimiento como generación retroactiva de objetos virtuales a otra línea de razonamiento que sigue Walter Benjamin en su ensayo "La tarea del traductor". Allí habla de un objeto virtual creado por la acción del traductor: un aspecto antes desconocido de una obra que sólo sale a la luz por efecto de una traducción. No en la propia traducción, ni en realidad en la obra que se escribió, sino como un resultado de la interacción de la traducción y el original.
Al igual que este objeto fantasmagórico, los acontecimientos históricos creados por nuestra perspectiva retrospectiva no están propiamente hablando ni en el pasado ni en el presente que los contempla, sino en ese extraño tiempo virtual que es el pasado contenido en el presente—en realidad, el único pasado que existe.
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