Edith Wharton era bird of a feather con su amigo Henry James. Ella vivía menos reprimida sexualmente (o era más sexual la mujer) pero los ambientes que retratan una y otro son igualmente sofocantes—si bien en el caso de James ayuda que la actitud del autor y su estilo son tan sofocantes como las mentes victorianas (o de la Era de la Purpurina Dorada americana) que retrata. Para crear una ezperiencia realmente intensa, para quien pueda con ella. Wharton es más ágil y convencional en su estilo narrativo; en su observación social se la ve tan curiosa, maledicente y cotilla como sus personajes, cosa que también le añade un toque característico.
Lo cierto es que pocos platos rompen esta condesa supuestamente "rebelde y escandalosa" y el hipercivilizado Archer. Ni un plato de las carísimas vajillas que aparecen—es una película de vajillas, y salones, y decorados recargados que te hacen aborrecer tus deseos atrapados en el salón, y jarrones en peanas, y papeles pintados, y carísimos y opresivos trajes, y plutocracia burguesa, invitaciones calculadas, vigilancias mutuas con el rabillo del ojo, falsa espontaneidad... uf. La vida misma, vamos.
Nueva York es un pueblo grande donde todas las familias "que cuentan" se conocen y se controlan. Archer y Olenska se gustan desde chavales (se habían dado un beso a escondidas), y siguen siguiéndose años después, cuando ella se ha separado de su conde europeo, con una mezcla extraña de bienestar, amistad, deseo, obsesión y amor, que los tiene desorientados a ratos. Pero Archer no rompe su compromiso con May al reaparecer la prima, le pilla con el pie cambiado. Sigue adelante, se casa y sólo logran verse de año en año, de salón en salón, subiendo la temperatura, mandándole rosas, cogiéndole la mano, paseando con ella...
"Each time I see you," le dice, "you happen to me all over again."
Pero cuando por fin han quedado en firme para hacer el amor "una vez y no más", ella se echa atrás: el espera un hijo, la empobrecida condesa se retira a Europa, y eso que todo el mundo sospechaba que ya eran amantes.... la película nos lleva por estos avatares y nos atormenta deliciosamente con el deseo insatisfecho de los protagonistas. Pero claro, ¿qué sería el deseo satisfecho? Behind, a dream. Lo mismo que el insatisfecho.
Archer se reía de las convenciones; parecía un hombre del siglo XX pillado en el XIX—creía en la igualdad de las mujeres, no se escandalizaba de la separación y devaneos de Olenska, ironizaba sobre las costumbres sociales del país. Pero al final resulta ser él un "old-fashioned", como le dice a su hijo, años después y ya en el siglo XX. Es ya viudo, y en París tiene ocasión de visitar a Olenska. Su hijo va a verla: el prefiere no hacerlo. Si hubiese hecho como un caballero del XIX, hubiesen sido amantes, a pesar de la dignidad de ella—que tampoco era tanta. Tal como sale todo, es la mosquita muerta de su mujer la que, guiada por su intuición social, que la debe tener en el cerebelo, consigue salvar su matrimonio y todas sus apariencias y realidades, y dejar a Archer sin vivir el que debía haber sido (y es en cierto modo) el gran amor de su vida.
Pero, bueno—gran amor a ratos. La película nos selecciona de esta historia los brevísimos encuentros de Archer y Olenska a lo largo de treinta o cuarenta años. Entre medias, hacen muchas otras cosas: oficinas, abogacías, viajes familiares, cenas con lo mejorcito de Nueva York. Y no parece que se echen mucho de menos. Cuando están cerca, se carga la atmósfera, lejos—ni vu ni connu. Así que Archer participa (plenamente, pero vamos, hasta la médula) de los valores y la hipocresía de su sociedad. Se ata a sí mismo y busca su comodidad y conveniencia social, lástima lo de Olenska (Si al menos hubieran copulado un poco... pero bah, así queda más espiritual). Y la película, presentándolos como a dos personajes apasionados en medio de un rígido mundo de formas y maneras, comete la misma falacia. Aquí todos grandes pasiones, pero de puertas para adentro y sin que peligre el manimani. Porque ¿no somos todos burgueses, hasta los directores de cine? Y algunos hasta de Nueva York. ¿Y quién no ha tenido algún gran amor imposible, de esos de cuarenta y ocho horas de dedicación intensa, distribuidos en veinte años?
Dice Roger Ebert que el ambiente de esta película "seems so alien it could be pure fantasy. A rigid social code governs how people talk, walk, meet, part, dine, earn their livings, fall in love, and marry. Not a word of the code is written down anywhere. But these people have been studying it since they were born."
Pues no se en qué ambiente social vivirá Ebert, pero en el mío yo no veo ninguna diferencia con la realidad, actually.
The Age of Innocence. Dir Martin Scorsese. Written by Jay Cocks and Martin Scorsese. Based on Edith Wharton's novel. Cast: Daniel Day-Lewis, Michelle Pfeiffer, Winona Ryder. Music by Elmer Bernstein. Prod. Barbara De Fina. Cappa / De Fina Production. USA: Columbia, 1993. (La Edad de la Inocencia. Spanish DVD. Madrid: Sony Pictures Home Entertainment, 2004).
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