Los CDR: unos esgarramantas iluminados que necesitan, por su propio bien pero sobre todo por el nuestro, una lluvia palos inmisericorde. En lugar de estas tácticas de disuasión y antidisturbios de la Sta. Pepis que emplean los policías por orden de la superioridad. Un teatrillo infecto, y una apariencia de cubrir el expediente en el mantenimiento del orden. Pero estamos gobernados por un muerto viviente, o peor.
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