Excelente filmación, ritmo y trepidante argumento; la tensión entre los personajes, la música magistralmente integrada, la pesadilla de la peregrinación por Los Angeles viéndose en situaciones inesperadas y absurdas, asegura la atención y la inmersión del espectador (¡había escrito "del protagonista"!), identificado con el pobre cabbie, que pasa de repente de la superficie normal de la vida cotidiana en que vive a una pesadilla de muerte súbita y arbitraria, reflexiones sobre el sentido de la vida, y situaciones en las que apenas se reconoce haciendo lo que hace.
Tom Cruise, con su aire tanático habitual, encarna muy bien al asesino. Es un psicópata nihilista al que sólo mantiene en marcha su pura voluntad de hacer su voluntad, y el reto de mantenerse en la cumbre de su profesión sin fallar ni una. Es a la vez una encarnación de la lógica profesional del trabajo bien hecho sin consideraciones externas a las puramente empresariales. Un ejecutivo agresivo, vamos, pero literal; la fase terminal de la lógica capitalista, frente a la pobre humanidad normal, con sueños irrealizables, y madre regañona, que encarna Foxx. Muy buena la escena de la visita a esta madre en el hospital. Porque Cruise va a lo suyo, pero también improvisa, es un tanático vital; hace jazz del comportamiento (siempre procurando no poner en riesgo su misión), le gusta curiosear, medir a la gente, jugar con ellos—y luego quitarles súbitamente la vida. Es una especie de Sir Death, como diría Javier Marías, o Sir Mortality—porque le hace reflexionar al taxista sobre cómo estaba dejando trascurrir su vida, su única vida, con esperanzas vanas y acciones empantanadas, engañándose a sí mismo. Y más que hacerle pensar, le obliga a actuar, a convertirse en el héroe que salva a la chica (y se la queda, presuponemos, aunque estas abogadas de traje sastre son tremendas, y nunca se sabe). Foxx mata al matador, disparándole contra toda previsión de éste, aunque las pasan canutas hasta que a Cruise se le acaba la cuerda.
La película defiende en boca de Foxx la decencia de la gente normal contra el nihilismo ateo de Cruise—aquí un nietzscheano partidario del acto gratuito. Pero también en su misma construcción hace depender el sentido de la vida de tomar conciencia de la propia mortalidad, e indirectamente de la irrupción del riesgo en nuestros hábitos—el riesgo inesperado, que nos obliga a sacar lo mejor de nosotros mismos where the action is, y que irrumpe en nuestra vida con la fuerza de un cadáver defenestrado sobre un taxi.
Aunque si nos atenemos a las estadísticas de esta película, normalmente el cadáver seremos nosotros, y las consecuencias las sacará un tercero.
Collateral. Dir. Michael Mann. Written by Stuart Beattie. Cast: Jamie Foxx, Tom Cruise, Jada Pinkett Smith, Mark Ruffalo, Peter Berg, Bruce McGill. Music by James Newton Howard. Ed. Jim Miller and Paul Rubell. Prod. des. David Wasco. Photog. Dion Beebe, Paul Cameron. Exec prod. Frank Darabont, Chuck Russell, Rob Fried, Peter Giuliano. Prod. Michael Mann and Julie Richardson – Parkes – McDonald Prod – Darabont/Fried/Russell Prod. USA: Dreamworks / Paramount, 2004.*
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