"Dejemos que florezcan cien flores, y que cien escuelas rivalicen"
Cien flores no son muchas flores. Para 650 millones de chinos (por entonces), tocan a una flor para cada seis millones y medio de chinos. O una escuela para cada seis millones y medio de chinos. Para más inri, sólo rivalizaban las escuelas en hacerle la pelota a Mao... Y encima lo que vino a continuación fue la Revolución Cultural (léase Incultural) y la persecución no sólo a intelectuales críticos sino a cualquiera que tuviese estudios y educación. Parole, parole.
No hay que fiarse jamás de los líderes de masas con carisma y adorados por el pueblo. Ni cuando dicen la verdad, literalmente. Menos aún si hablan de modo figurativo.
Por cierto, la mitad de los intelectuales europeos, mientras tanto, encantados con Mao—y gratis.
(PS. Sartre, por ejemplo, promoviendo el maoísmo y el "pensamiento crítico". Eso cuando sacaba tiempo de huír de la langosta gigante que lo perseguía, de tanto abusar de la mescalina. Así le ha ido a la intelectualidad en Occidente).
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