Del libro de Victor Hugo sobre William Shakespeare (I, IV,x) extraigo la siguiente reflexión sobre el papel liberador y democratizador de los medios de comunicación de masas. Los términos que utiliza Hugo en su alabanza de la imprenta me hacen pensar que también le hubiera gustado Internet, si hubiese podido conocerlo.
Gutenberg es un redentor. Esas pérdidas
de las obras del pensamiento, inevitables antes de la invención de la
Imprenta, son imposibles actualmente. La imprenta es el descubrimiento
de lo inagotable. Es el movimiento perpetuo, encontrado en la ciencia
social. De cuando en cuando, surgen déspotas que tratan de contenerlo,
de pararlo, y esas tentaciones se estrellan y fracasan. El pensamiento
no puede estar sometido a ligaduras, porque el progreso es
incontenible, como el libro ya no puede perderse. Antes de la Imprenta,
la civilización tenía que llorar esa pérdida. Era una página desgarrada
del libro humano. Para desheredar a la Humanidad de todos los grandes
testamentos de los genios, bastaba la tontería de un copista o el
capricho de un tirano. De hoy en adelante nadie podrá sujetar el
pensamiento por el cuerpo, porque ya no lo tiene. El manuscrito era el
cuerpo de la obra magistral, y cuando éste desaparecía, desaparecía
también con él el alma, esto es, la obra. La obra convertida ahora en
pliego impreso es libre, porque es alma. ¡Matad si podéis su sustancia
inmortal! Gracias a Gutenberg, el ejemplar es inagotable. Cada ejemplar
es un germen que contiene su propio renacimiento, que puede alcanzar
millares y millares de ediciones. Es una unidad llena de lo
innumerable. Este prodigio salvó la inteligencia universal. Gutenberg,
en el siglo XV, surge de la terrible oscuridad, arrancando con ello de
su cautiverio al espíritu humano. Desde entonces Gutenberg es el
auxiliar de la vida y el colaborador permanente de la civilización en
la actividad de su trabajo. Nada se hace ya sin él. Ha marcado la
transición al hombre libre del hombre esclavo. Intentad quitarle de la
civilización y seréis Egipto. Sólo el descenso de la libertad de la
prensa disminuye la estatura de un pueblo.
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