Aquí en La involución permanente opina Pío Moa sobre las raíces del conflicto con Gibraltar. Una cosa está clara: el problema de Gibraltar, como el de Cataluña, está en Madrit—en las políticas de dejación inexplicables, y en la falta absoluta de una idea sobre qué es lo que es España y cuál debe ser su territorio y sus políticas territoriales. Si los gobernantes no lo saben, imagínense los enemigos de España, que haberlos haylos. Rajoy dice que no entra en cuestiones de soberanía, sino que sólo aspira a que se cumpla la ley. Si le preguntan si Gibraltar debería o no ser español, se fuma un puro. Lo de Zapatero no tenía nombre. Y así nos va.
Y aquí un debate con Luis del Pino y demás. La solución, ya lo dije el otro día, está en aplicar literalmente el tratado de Utrecht. Posesión británica sin jurisdicción alguna, y con verja cerrada sin comunicación con España: con autorización sólo para comprar víveres en los pueblos circundantes. Tranquilos que no lo veremos. España ni sabe, ni sabrá qué quiere en Gibraltar. España, de hecho, como tal, no tiene postura sobre casi nada, incluida España.
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