"Morir por parcelas" es una expresión de Ramón y Cajal;
quejándose de la decadencia de la vejez, quería el viejo científico que
muriésemos de una vez, y no por parcelas. Por aquí estábamos
oyendo una bonita mañana esta conferencia de Victoria Camps sobre
bioética y sobre el envejecimiento:
http://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.aspx?id=2863&l=1
Propone Camps, a la vez, como Ramón y Cajal, que la ciencia nos ayude a
envejecer mejor, a mantenernos mejor en edad avanzada, y que nos ayude
también a morir. Un problema de equilibrio o ajuste fino irresoluble en
última instancia, porque nadie que siga tirando tolerablemente quiere
morir de una vez. La única manera en que nos podemos hacer agentes de
nuestro envejecimiento (tal es el ideal propuesto por Camps) es siendo
pacientes—agentes pacientes. Conociendo lo que hay y puede haber, y
aceptando que nuestra capacidad de
acción es limitada.
Me temo por tanto que más bien hay que resignarse a morir por parcelas.
Aunque los accidentes ayuden a veces, llegado el caso—pero no puede uno
fiarse de ellos. Igual que hay que aceptar la mortalidad y a la
finitud, hay que aceptar su aplicación práctica, resignándose a pagar
la muerte a plazos, cómodos primero y más incómodos luego.
Y en realidad empezamos a morir por parcelas desde bastante pronto,
cuando nuestra vida toma una dirección determinada, o medimos nuestros
límites, y vamos adquiriendo nuestra forma definitiva. Morir es caminar larga jornada.
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