Entre los sueños recurrentes que vuelven con variantes me
acuerdo de varios: estar perseguido o acosado por toros y vacas (e
incluso yaks y bueyes almizcleros la semana pasada), volar
precariamente, con pedaleos de bicicleta y sin poder despegarme mucho
del suelo; salir por la calle desnudo o en paños menores, con una
mezcla extraña de vergüenza y despreocupación... Bueno, pues otro de
éstos es el de encontrarme por sorpresa convertido en estudiante otra
vez, o descubrirme súbitamente matriculado en asignaturas a las que no
he asistido, y de las que tengo que examinarme pronto... Back in school again, los llamo
cogiéndoles un verso de los Beatles (de "Maxwell's Silver Hammer"). Hoy
he tenido una variante del sueño, con vuelta al instituto.
Me veía mezclado en un grupo de estudiantes parloteando de sus cosas,
entre ellos mi hijo, que hablaba con un grupo animadamente de cine,
recomendándoles películas—El Viaje de
Chihiro, en concreto, película japonesa aborrecible para mí.
Casi igual de aborrecible, pensaba yo en el sueño, era que mi hijo
ponía para hablar con sus colegas una voz de gay agudo o mariquita
clásico, yo no le decía nada pero me maravillaba de que a) pusiese esa
voz inhabitual para hablar con sus amigos, y b) que no diesen éstos
señales de desaprobación o extrañeza o burla, ante ese tonillo, y lo
aceptaban con tanta naturalidad como sus indeseables recomendaciones
fílmicas.
Pero no eran mi hijo y su grupillo de chicos y chicas los protagonistas
del sueño, de hecho se disolvían rápidamente al llegar la hora de ir a
clase, se levantaban de los bancos donde estábamos todos y se iban como
quien tiene costumbre y saber hacer, y no parecía un instituto el sitio
donde estábamos, sino una facultad bastante grande, mezcla de varias
universidades poco familiares por las que pasaba yo de congresista en
siglos pasados. Y me veía yo en la necesidad de ir a clase también,
pero solo y sin apoyo ni grupillo, y no sabía a qué aula debía ir. Iba
preguntando, ¿dónde va el grupo 10B? (Mi grupo sí lo conocía, al
parecer). Y unos conserjes me enviaban a pasillos y escaleras enormes,
el edificio era como aquel museo de Nabokov que crecía exponencialmente
al ir avanzando por las salas, una cosa un poco tipo Carceri de
Piranesi, o diseño multiniveles de Escher. Pero no problemo, encontraba
yo pronto el aula 10B, que para más señas tenía encima de la puerta un
cartel hecho con escritura manuscrita mía, ampliada y convertida en
cartel, donde había una lista de los profesores que iban a impartir
clase en esa aula.
¡Y entre ellos estaba yo! Menuda faena, yo pensando que iba a ir de
estudiante, a oir pacíficamente o a desconectar maliciosamente la mente
en clase, y resulta ahora que tenía que ser yo el que impartiese una
clase, nada menos que
sobre "Intencionalidad", según decía el cartel. Aquí sofoco súbito, o
sensación de estar en un sueño de los de paños menores, pues me daba
cuenta de que me había dejado los apuntes sobre el tema, o que no los
tenía, y que tendría que improvisar malamente lo que pudiese contarles
sobre la "Intencionalidad"... poco y mal, mejor a cámara lenta y
recreándome en cuatro ideas básicas, como los conferenciantes
apreciados. Así que empezaba a repasar mentalmente lo poco que sabía de
Husserl, o de éste otro, de Searle (who's Searle?)—y enseguida se me aclaraba el
panorama, me decía, bah, a ver, pongo cuatro ideas juntas sobre la
consciencia, la teoría de la mente y la atención, y seguro que no quedo
mal del todo. Ya un poco aliviado, sobre todo porque había otros
dos conferenciantes o profesores o lo que fuesen antes que yo, decidía
redondear la cosa relacionando intencionalidad con teoría de la
representación, en concreto con la representación de la intencionalidad
en el relato (creo).
Lo que sí barajaba seriamente era comenzar con
estos versos de Rubén Darío:
y más la piedra dura, pues ésa ya no siente;
que no hay dolor mayor que el dolor de estar vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
—Lo cual tiene su aquél, visto que el que se lo estaba inventando no estaba muy consciente, o no del todo. Otra cuestión que me rondaba por la cabeza es que entre los grupos de estudiantes había visto a mi directora de tesis, y me asaltaba la duda de si le habría pasado lo mismo que a mí, que se habría hecho un lío entre si era profesora o alumna, o si estaba de oyente por diversión y había decidido asistir a mi clase a ver qué decía yo de la intencionalidad. En tiempos me tenía bien considerado a nivel intelectual, luego bajé varios puntos supongo. Lamento interrumpir el sueño aquí, pero creo que la clase no llegaba a impartirse en mi sueño, aunque quizá sí haya tenido lugar en otra dimensión más tenue todavía de la existencia que ese lugar al que se llega
Haunted by ill angels only,
Where an Eidolon, named NIGHT,
On a black throne reigns upright,
I have reached these lands but newly
From an ultimate dim Thule....
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