domingo, 18 de septiembre de 2011

The Tree of Life

 

Nos vamos con la familia a ver una premiada película religiosa, El árbol de la vida, The Tree of Life. Curiosamente al concluir el final místico-existencial el público aplaude y se ríe a carcajadas. Otros se iban del cine a mitad, supongo que a algunos se les hacía larga, o lenta como la vida misma. Aparte, recuerda mucho a la vida de cualquiera, y a las cosas que sentíamos de críos, y que por allí siguen si las buscamos.




 

Es la historia de una familia, en concreto de los recuerdos que tiene un ejecutivo (Sean Penn) de sus años de infancia, en especial de su relación con su padre, autoritario y agobiante (Brad Pitt); —su madre, por contra, representa para él el lado poético y religioso de la vida, al que vuelve ahora en un periodo de crisis. Vemos muchas escenas del chaval Jack en su vida diaria, con sus hermanos y amigos, recuerdos puntuales de momentos de esos que se quedan fijos como epifanías, o como fotos de la vida.

 




No es por casualidad, creo, que este cartel recuerda a los thumbnails de Flickr—para que cualquiera (cualquiera que tenga un fotoblog, vamos, o un álbum de fotos) pueda identificarse con la narración fragmentaria. Fotos, escenas tipo vídeo casero, imágenes sueltas, recuerdos aislados, que a veces se conectan en unos episodios coherentes. Pero sin llegar a constituir lo que en Hollywood se llama un argumento. 

Esta película lleva a las estrellas de Hollywood hacia la línea del cine religioso sueco, o danés—tipo Ordet, o las películas de Bergman. En parte por su rechazo mismo a centrarse en los episodios centrales; la narración prefiere los periféricos— sabemos de la muerte de uno de los hermanos, pero de oídas, y vemos poco de la vida de la familia después; tampoco sabemos nada de la vida de adulto del chaval que creció para hacerse arquitecto, o de por qué está pasando esta crisis vital y religiosa a estas alturas de la vida—aparte de por los traumas mal asimilados del pasado, claro.

La película tiene también el interés de sus escenas "raras", prolongadas escenas de materia en movimiento, muchas veces casi abstractas, células, masas de galaxias, volcanes, gotas de agua, nebulosas, desiertos y mares, sugiriendo "la grandeza y belleza de la creación" pongamos, y un contexto cósmico para una historia concreta (a relacionar con lo que hablábamos aquí sobre mapas del tiempo). Imágenes ambiguas, pues lo mismo pueden sugerir sentido como falta de sentido cósmico a la vida humana.

También hay muchas preguntas en voz en off a la divinidad—por qué manda el sufrimiento a los justos y a los injustos, por qué el mundo no es perfecto, por qué mueren los niños... que naturalmente no pueden tener respuesta inteligente, con ese planteamiento. Para un cura que toma la palabra, lo que les dice a los creyentes es que Dios va a hacer sufrir a justos e injustos por igual, y arbitrariamente. 

 


Nos queda el consuelo de Alexander Pope, a saber, que todo es perfecto en sus propios términos, si no en los nuestros (triste consuelo, claro), y que para bien o para mal tenemos un sistema emocional incorporado que genera imágenes de esperanza y satisfacción, aunque la realidad las desautorice.

 La película está plagada de imágenes religiosas que sugieren o ansían un más allá, donde reunirse con el pasado allí almacenado, o con las personas queridas que perdemos— un cielo que ni se sabe cómo representar, es irrepresentable, gente en una playa deambulando perdida, es una solución como cualquier otra. A veces la película da la impresión de estar tan perdida y desorientada como esas almas del más allá, agarrándose a vagas creencias de las que América cree que cree, y en las que Europa prefiere no pensar. 

Otras imágenes, como las de nubes ("alli vive Dios")  reflejadas en rascacielos, o un puente colgante con una gaviota que pasa, sugieren que la trascendencia religiosa está ya en este mundo, y que se experimenta a través del simbolismo religioso— o quizá que la tierra y la vida son símbolos adecuados del más allá, y que es suficiente tenerlos aquí.

 

 La creación de cada día, 2
   

Yo también era un niño hace cuarenta años. También perdí un hermano, y el tiempo, y más cosas que me vuelven a la cabeza. Todas las vidas se parecen algo, y esta película muestra algunas de las dimensiones más ordinarias y más extraordinarias de las vidas de cualquiera. Y como la vida, también es inconexa, y conectada, y con sentido e insensata, y larga, y corta.


 
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