lunes, 22 de agosto de 2011

Mapas del tiempo

Tenemos tormenta, y anuncian más nublado. Para pasar el tiempo, hay al menos dos buenas películas sobre hombres del tiempo: El día de la marmota, con Bill Murray, y El hombre del tiempo, con Nicolas Cage.

Pero en otro orden de cosas no me refiero a estos mapas del tiempo, sino a los del otro tiempo: historias, cronologías, calendarios, historias de la evolución, cosmogonías, físicas narrativas y temporalizadas. Parece que no existe un término que englobe a estos términos, como no sea el muy general de historias. Historias de todo, que hay varias—Si no especificamos, el término historia se queda corto y tiende a ascribirse sólo a acontecimientos humanos, pero se entiende intuitivamente, aunque con un toque de paradoja, la expresión historia del tiempo, título del libro de Hawking que esboza uno de los más extensos mapas del tiempo.

La física, en un momento dado, se volvió narrativa—y allí empezó a enlazar y ensamblarse con las cosmogonías científicas de Laplace etc. Son dos historias que se juntan—grandes narrativas, cada vez más grandes se van haciendo sin importarles que algún miope proclame la muerte de las grandes narrativas. Con la teoría de la evolución, la biología también se temporalizó y se hizo narrativa, en el siglo XIX; antes que ella, la geología, con Lyell et al. Y así cada disciplina va aportando su propia historia, y esas historias se van sumando y encontrando su lugar en una Gran Historia. El lugar del hombre en el cosmos: La Gran Historia y el futuro de la humanidad—así se llama el libro que me estoy leyendo, de Fred Spier (2010). La Gran Historia se presenta como un empeño multidisciplinar que ubique la historia humana como parte de la historia cósmica. "Además, el enfoque de la Gran Historia nos ayuda a crear un marco teorético nuevo en el cual puede integrarse, al menos en principio, la totalidad del conocimiento científico" (24)—un planteamiento que emparenta los conceptos de Gran Historia y de la Consiliencia—sobre el cual puede leerse más aquí.

Pero lo más llamativo para mí es que haya habido siempre alguna Gran Historia antes de esta gran historia. La historia de cada disciplina también puede narrarse como la manera en que se convierte en histórica y se ubica con su historia propia en un mapa del desarrollo del conocimiento y de la consciencia. Empiezo a sonar a Hegel, que es uno más (muy eminente) de los que trazaron semejantes grandes historias, en su Enciclopedia. Por abreviar la suma del conocimiento humano y la historia de la eternidad, iré enlazando sin más, yo también, algunas de estas historias de todas las historias.



Los mitos de origen estan en los orígenes—seguramente—de estos mapas del tiempo. La capacidad de representación temporal amplia y compleja es un desarrollo que se da sólo en la especie humana (ver al respecto las reflexiones que surgen de la arqueología cognitiva). En cuanto las culturas humanas desarrollan una capacidad de representación temporal más avanzada, comienza la construcción de mapas temporales que conectan el presente con el pasado, o ubican la acción humana actual en el seno de la historia de todas las cosas. La Biblia ha sido y sigue siendo quizá el más influyente de todos estos relatos, y es a su manera modélico, pues el relato abarca desde la creación hasta el fin de los tiempos. La Biblia está a medio camino entre el mito, la crónica y la historia. A una fase más crítica del pensamiento pertenece el desarrollo de la historiografía humana—a la que Oscar Wilde entendía como una labor interpretativa y crítica, en su desarrollo gradual tal como se dio entre los historiadores griegos. (Aquí hablo del concepto de historicidad y su relación con los mapas narrativos).

A principios de la Edad Media, hay un desarrollo interesante en los mapas del tiempo: Beda el Venerable conecta la historia bíblica y la historia clásica, y (junto con el calendario de la era cristiana de Dionisio) se crea el calendario moderno con la datación relativa al supuesto nacimiento de Cristo, y todos los acontecimientos de la historia humana conocida, es decir, de la historia occidental, situados en una línea temporal. (Para toda una colección de líneas temporales y dataciones secuenciales, ver este artículo de la Wikipedia). En el siglo XVI, José Escalígero escribe una Enmienda de los tiempos (1583), expandiendo el ámbito de la historia occidental para incluir las historias de Oriente. Partiendo del estudio de los clásicos y de la crítica textual, intentó racionalizar la cronología, cito de la Wikipedia:


"It was reserved for his edition of Manilius (1579), and his De emendatione temporum (1583), to revolutionize perceived ideas of ancient chronology—to show that ancient history is not confined to that of the Greeks and Romans, but also comprises that of the Persians, the Babylonians and the Egyptians, hitherto neglected, and that of the Jews, hitherto treated as a thing apart; and that the historical narratives and fragments of each of these, and their several systems of chronology, must be critically compared. It was this innovation that distinguished Scaliger from contemporary scholars. Neither they nor those who immediately followed seem to have appreciated his innovation. Instead, they valued his emendatory criticism and his skill in Greek. His commentary on Manilius is really a treatise on ancient astronomy, and it forms an introduction to De emendatione temporum. In this work Scaliger investigates ancient systems of determining epochs, calendars and computations of time. Applying the work of Nicolaus Copernicus and other modern scientists, he reveals the principles behind these systems."

Otra cronología muy influyente del siglo siguiente era más tradicional en su perspectiva: la del obispo de Armagh, James Ussher, que con sus Annales veteri Testamenti fechaba los acontecimientos de la historia bíblica desde la Creación en el quinto milenio antes de Cristo, hasta el fin de los tiempos, que según su cronología debería haberse producido hace pocos meses, a estas alturas del siglo XXI.

Lo que a mí me llama la atención, más allá de las diferentes estrategias usadas por cada cual, o de sus referentes más o menos históricos o míticos, es lo intuitivo de esta maniobra de anclaje temporal—la búsqueda de un marco cronológico a nuestra acción y situación, y más allá, la búsqueda de un marco más amplio para ese marco, de tal manera que cada vida y acción humana, por muchas vías distintas, busca ubicarse en un contexto temporal cósmico—cada vida parece orientarse con respecto a la vida del grupo humano o de la especie en su conjunto, y hallar así un sentido transcendente—en general uno que tiene más de mítico que de otra cosa, pues los marcos de referencia más usuales para todos estos narrative mappings siguen siendo los mitos de una u otra especie. Incluso las narrativas científicas tienden a mitificarse en según que usos. 

Como bien dicen los proponentes de la Gran Historia, ésta es un empeño multidisciplinar. Creo que de hecho no sospechan cómo es de multidisciplinar realmente, pues lo que ellos presentan como una disciplina académica in fieri con algunos antecedentes intelectuales lo veo yo como una manifestación más (más científica si se quiere) de una actividad cognitiva humana muy generalizada, que desborda disciplinas académicas. Es una práctica si se prefiere, una práctica cognitiva o discursiva, la de insertar mentalmente unas acciones en el marco de otras, y unas historias en el marco de otras: la creación de mapas temporales. En muchos contextos podemos llamarlos mapas narrativos, porque la narración es el instrumento número uno que tenemos para manipular el tiempo, organizarlo, conectarlo, o viajar por él en la medida de lo posible.  Pero con el término mapas narrativos quiero referirme también al hecho de que hay muchos tipos de narración posible, y que a la hora de hacer un mapa del tiempo o de situar una narración en el tiempo, también tenemos en cuenta el género narrativo que estamos utilizando para ello.

Por ejemplo, en los mundos de ficción de novelas fantásticas como las de Tolkien, el lector sabe (aprende gradualmente) qué convenciones narrativas esperar, en cuanto a la representación del tiempo y a la ubicación narrativa de estas acciones en un universo alternativo al nuestro. Y también conoce o llega a conocer, en mayor o menor medida, que ese universo está conectado al tiempo mítico y a la Edad Media histórica por dos vías: el mundo narrado es una especie de versión alternativa de las Eras Oscuras, y el instrumento narrativo que le da forma se ha creado (pues Tolkien era medievalista) por influencia de los géneros literarios medievales.  Así, las historias de Tolkien se sitúan temporalmente en el marco de la historia humana—aun aparte del hecho de que su escritura es de por sí un acontecimiento histórico concreto del siglo XX.

Así que hablaré de mapas temporales o mapas narrativos, según caiga el énfasis en la construcción de relaciones temporales entre las historias, o en la competencia en el manejo de géneros y convenciones narrativas para crear esos mapas temporales. También he empleado el término anclaje narrativo, más específicamente para referirme a la manera en que unas historias se engarzan en otras historias más amplias, las presuponen como su trasfondo, o las crean por el hecho mismo de conectarse entre sí. Un estudio interesante de la narración, quizá descuidado, consistiría en seguir las maniobras textuales y discursivas específicas que consisten en conectar narraciones o temporalidades, generar mapas del tiempo y ubicar unas secuencias narrativas con respecto a otras. Mi tesis es que sucede continuamente, en la literatura, en la historia, en la ciencia, en el pensamiento, y en la conversación. Porque, como casi dijo Emerson, somos historias y habitamos dentro de otras historias. Y nos gusta saber dónde estamos, de dónde venimos, a dónde vamos. Son, se supone, las preguntas básicas que nos caracterizan, y tienen una dimensión narrativa incuestionable.


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Una cuestión que me llama la atención, en el libro de Spier sobre la Gran Historia. Comienza con una historia de los precedentes de la Gran Historia, y trata de algunos que ya hemos tratado aquí, en efecto, y otros que no. Presenta la obra de Alexander von Humboldt Kosmos como prácticamente fundacional, aunque también menciona a Kant, Hegel, y otros. De allí pasa directamente a H. G. Wells y su Esquema de la historia universal en 1920, y a los modernos proponentes de la Gran Historia en The Columbia History of the World (1972), y más recientemente Preston Cloud, G. Siegfried Kutter, George Field y Eric Chaisson, y sus modelos más directos: Erich Jantsch, en The Self-Organizing Universe de 1980, así como David Christian y John Mears.

Lo que me extraña sumamente es la afirmación de Spier que en la segunda mitad del siglo XIX no hubo ningún nuevo texto de Gran Historia, debido a la creciente fragmentación y especialización del mundo académico. Creo que hay al menos una gran excepción que debería hacerse: la obra de Herbert Spencer. Spier define así el proyecto global de la Gran Historia:


"El enfoque general que aquí presento aborda la cuestión de la aparición, la existencia sostenida y el inevitable declive de la complejidad, y ello en todas las manifestaciones que ésta ha tenido a lo largo de la Gran Historia. El hecho de que el marco en que coherentemente hemos de insertar dicha Gran Historia abarque la totalidad del tiempo y del espacio conocidos contribuirá a justificar la importancia que tiene comprender la historia humana en su contexto cósmico." (97)

Podría ser el planteamiento de First Principles de Spencer, que si bien no tiene forma narrativa en su conjunto, sí se presenta como una articulación de diferentes procesos evolutivos a diferentes escalas: cósmica, planetaria, biológica, social y cultural. La obra de Spencer lleva al menos cincuenta años siendo unánimemente ignorada, cuando no abucheada, para compararla desfavorablemente con Darwin, que no se ocupó en absoluto de las mismas cuestiones. A mí me parece la primera exposición coherente de la Gran Historia, tal como hoy podemos concebirla de la manera más coherente. Aquí lo dejo, pues, remitiendo a Spencer y su propia Gran Historia.


 
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1 comentario:

  1. Que no, en serio: Que no me puedo imaginar a Nicholas Cage haciendo de Paco Montesdeoca. Como dicen en mi pueblo: "Si está de llover, lloverá..."

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