martes, 20 de septiembre de 2011
Financiación por objetivos
Nos anuncia la presidenta de Aragón que se vinculará directamente la financiación de la Universidad al logro de los objetivos propuestos.
Se me ocurre que con este planteamiento así, a nivel panorámico, resultará prudente ponerse objetivos logrables, para no perder financiación.
Y si los objetivos son demasiado ambiciosos habrá que rebajarlos y ajustarlos—como decía Pope, "nadie puede lograr más de lo que se propone"; menos, sí. Quizá sea razonable proponerse menos.
También se me ocurre que un objetivo o sonsonete repetido es el de acabar con el fracaso escolar. Ese es un objetivo fácilmente cumplible, con unas directrices aún más claras sobre el porcentaje de alumnos que tenemos que aprobar los profesores—mejor, si se instituye el aprobado obligatorio, como en la Primaria. Siempre podrán competir por nota, there's room at the top, por citar a otro clásico. Actualmente, somos sospechosos y se nos anuncia que seremos investigados si aprobamos a menos del 60% de los estudiantes, o a más del 90%. Quizá bastase con suprimir este último requisito, y habríamos acabado con el desagradable fracaso y habríamos subido las tasas de éxito y calidad al 100%.
Con lo fácil que es estar entre los que tienen mejores índices de éxito: basta con bajar el listón.
Ahora que se me ocurre que la crisis de deuda de EEUU también se debió en parte a los baremos de calidad por objetivos: el vendedor tenía que colocar tantas hipotecas para cubrir su índice de productividad, y si eran hipotecas basura, pues ya pagará la factura alguien. Mientras, hay quien ha cubierto sus objetivos de productividad, y hasta le habrán pagado un complemento.
Así que ojo con estas cosas.
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