Mis tiempos ya pasaron, está claro; ahora ya casi ni escribo ni leo nada. He dedicado mis últimos esfuerzos estos años a algo que antes no hacía en absoluto, que ha sido procurar difundir mis trabajos y escritos, ateniéndome al principio de que lo que no se ve vale tanto como lo que no existe. Y he tenido bastante éxito en ello, demasiado dirían algunos; si bien mis artículos de blog no tienen respuestas ni comentarios ni likes (y sigo en ello con más moral que el alcoyano), en las redes académicas y repositorios sí he tenido más éxito en cuanto a posicionamiento y lecturas. En Academia mantengo como puedo la posición más alta, todavía hoy, precariamente supongo, en el Top 0,1% — que se rían ustedes, pero es una posición superior a la de Steven Pinker, o la de Inés Fernández-Ordóñez, por nombrar académicos que usen activamente esa red, ya no digamos quienes están allí pero en realidad no la usan, como Francisco Rico o Darío Villanueva.
Un colega acabo de descubrir que tiene también un 0,1% de posicionamiento, el único que he visto hasta ahora: Alberto Montaner, que además es de mi misma facultad.
También estoy bien situado en otros repositorios como ResearchGate, que me manda cada semana mensajes posiblemente engañosos como éste:
Y en la SSRN llevo años en los diez primeros puestos por el criterio que más me favorece, el número de artículos aceptados—pero desdichadamente acabo de bajar al puesto 11.
Bueno, de aquí a peor, that's what I say. Así que no debe de ser mal momento de mi carrera. Siempre según a qué parámetros nos atengamos.
Vaya, veo que no figuro en la página de Wikipedia de Filólogos de España del Siglo XXI. No sé si mire el XX, que igual me deprimo.
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