El
otro día en Ronda hablaba alguien, creo que era Kristi
Wilson, de Hemingway y el duende, con relación a Teoría y
juego del Duende, de Federico García Lorca. Yo comenté algo
parecido a lo que sigue.
El
duende puede que sea una experiencia o percepción únicamente española,
o flamenca o andaluza, como parece sugerir Lorca; pero dentro de este
carácter úinico también participa de elementos comunes con otras
experiencias estéticas que enfatizan la perfección irrepetible e
imprevisible de un momento mágico y especial.
Según
la Wikipedia
francesa,
"Le groove, chez les
musiciens, est aussi un "état" indéfinissable de la musique, qui peut
signifier un moment un peu "magique", de grâce, ou celle ci "décolle",
on peut le rapprocher du swing en jazz, du duende en flamenco ou du
tarab en musique arabe ... chaque style de musique ayant son
vocabulaire pour désigner cet état que personne n'arrive à définir
clairement mais que de nombreux artistes arrivent à ressentir. On dit
souvent que tel ou tel musicien groove, c'est à dire que son jeu
entraîne les autres musiciens et donc la musique produite ensemble vers
cet état évoqué plus haut."
Estos momentos de
acierto especial, o de contacto con lo inefable en música, pueden
relacionarse con otras experiencias estéticas en otras artes, o en
otros ámbitos de la experiencia liminar, como lo religioso. Misticismo,
inspiración, sprezzatura, o
el célebre je ne sais quoi de Boileau son algunos de los términos
que también podríamos relacionar con el duende o el groove.
En literatura, pienso
especialmente en las epifanías modernistas, esos momentos especiales en
los que el protagonista parece descubrir una dimensión estética de la
experiencia vital, y percibir la vida desde la atalaya de un momento de
especial percepción que le da el sentido y forma de un poema, pieza
musical u obra de arte.
Si el duende va
especialmente unido a la presencia o sugerencia de la muerte, quizá sea
este elemento el que lo caracterice, frente a estas otras experiencias
donde es más bien la perfección estética del momento y de la vida lo
que está en primer plano. Ahora bien, es esencial en todas estas
experiencias su carácter momentáneo, contingente e irrepetible.
Imprevisible: si algo tiene el duende en común con el groove o la
epifanía es que no hay método que permita prever ese estado o instante
especial. Y en ese contraste entre el momento tan del tiempo, tan
presente, que a la vez alcanza una dimensión extratemporal, una
anulación de la distancia entre el instante y la eternidad, ahí está
implícita, porque no puede ser de otra manera en nuestra forma de estar
hechos, la presencia de la muerte en el trasfondo. Será la virtud
especial del duende, quizá, el traer un tanto hacia la luz esa
presencia callada de la muerte en el momento mágico. Algo único tendría
desde luego que tener, el duende famoso.
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