martes, 1 de diciembre de 2015

Retropost #439 (31 de julio de 2005): Alucinación consensuada



En Neuromante, William Gibson define el ciberespacio de la Matriz como una "alucinación electrónica consensuada". Quitando, o sin quitar, lo de "electrónica", la expresión parece todavía más adecuada para definir la realidad, sin más. La realidad tal como la conocemos es un elaborado sistema de representación elaborado por nuestros cerebros: nuestro tipo de realidad no tiene nada que ver con la realidad en la que vive una mosca, o un gato. Por ejemplo, nuestro cerebro coordina impresiones visuales y tactiles, que nada tienen que ver una con otra, y nos dice que esa mano es nuestra, y que lo que hay en ella es un ratón. Sobre esta elaborada representación de la realidad funciona el lenguaje para poner su orden (el orden del lenguaje, que no es el de la realidad previa ni la subsiguiente a él); y en ese universo lingüístico elaboramos consensos y protocolos de comunicación para organizarla más: hacerla más convencional, es decir, más real. Nos orientamos mejor en un mundo ficticio, así que la ficción es crucial para consolidar la realidad. Vamos, que el resultado final viene a ser algo así como el Mito de la Caverna de Platón, pero adaptado en versión para Hollywood y visualizado en código fuente. Así, no importa que aparezcamos como personajes en el fondo de numerosísimas fotos de gente que no conocemos, o en cámaras de vigilancia, y no importa quién piense en nosotros o no a lo largo del día sin decírselo a nadie, o qué haya estado tocando el camarero antes de servirnos un bocata. Eso no es la realidad. En cambio, Bisbal, Pasión de Gavilanes, el Telediario, Herrera en la Onda... eso sí que crea realidad, es decir, alucinación consensuada. Electrónica, por cierto.





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