Canta, lengua mía, el misterio del cuerpo glorioso y de la sangre preciosa que como rescate del mundo, derramó el rey de las gentes, fruto de un vientre generoso.
Fue dado a nosotros de una virgen sin mancha, y habiendo vivido en el mundo sembrando la semilla de la palabra, cerró de manera maravillosa su habitar.
En la noche de su última cena, reclinado con sus hermanos, una vez observada la ley plenamente con alimentos legítimos, se da él mismo como alimento a los doce.
Con una palabra, la Palabra convirtió pan verdadero en carne, e hizo sangre de Cristo el vino. Si la razón no llega, para confirmarlo al corazón sincero sólo la fe le basta.
Por tanto veneremos postrados a tan gran sacramento; que la vieja Ley abra paso al nuevo ritual. Que suplemente la fe el defecto de los sentidos.
Honra y alegría tengan el engendrador y al engendrado, honor y fuerza también y bendiciones. Igual alabanza reciba el que procede de uno y otro. Amén Aleluya."Con razón que no la han traducido..." oigo decir a una cristiana. Y es que mejor no menear este conglomerado de mitología oriental y medieval: No hay que olvidar que las prioridades de la Iglesia, como suele repetir la COPE, no son la justicia social ni la libertad política ni la igualdad de derechos, etc: sus prioridades son éstas, y obviamente no son de este mundo, ni de ninguno identificable. Que nadie les pida coherencia, por tanto. Y que ellos no se la pidan a nadie, por favor. Creencias más extrañas, ni los del turbante –si es que son creencias.
Me ponen un enlace a la bibliografía en un directorio académico británico, RDN: Resource Discovery Network Y además le dedican unas buenas palabras. Albricias.
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