Pues ahora nos vamos a ver Misiles Melódicos, un drama musical de José Sanchís Sinisterra y Gabriel Sopeña, en el Teatro Principal (bien cerca del techo, porque vamos en pandilla y si no es la ruina). A José Sanchís lo conocí en unas jornadas sobre Beckett hace casi veinte años (el primer congreso en el que participé); Gabriel Sopeña es, además de cantautor y activista musical, un colega de la Facultad de Filosofía, pero no he coincidido nunca con él. Me encantan los discos que ha hecho, sobre todo uno en formato de discolibro llamado Una ciudad para la paz: recomendado queda. Y el musical, por adelantado: seguro que nos gusta. Aunque los nenes estos son un tanto refractarios al teatro.
(Pasan tres señoritas vestidas de Horas)
Bueno, se han portado tolerablemente bien. Y la "tragicomedia musical", divertida y muy corrosiva, peor cantada de lo esperado, pero dándole un fregado a fondo a todos los que promueven el tráfico de armas.... aunque "den puestos de trabajo", y no miro a nadie. Como dice el lema de la obra, "las autoridades sanitarias no avisan de que las armas pueden ser muy nocivas para la salud". Además jugaba de maneras divertidas con las convenciones teatrales: flashbacks, apariciones del fantasma del padre, monólogos interiores, Bo de Vil (femmes fatales, pantallas de cine con cañonazos a ritmo de Bolero de Ravel, etc.).
Observación espontánea de Otas (4 años) después de la merienda: "Qué suelte estal vivo. Es malavilloso el futulo". Esperemos que tenga razón, al menos a corto y medio plazo, y que los misiles no dejen oír sus melodías.
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