lunes, 21 de septiembre de 2015

Retropost #200 (20 de abril de 2005): Wanted: Catedrático




Hoy hemos tenido Consejo de Departamento. Se ha aprobado una cátedra de Filología Inglesa con perfil en "Cine y literatura en lengua inglesa". No era la cátedra en la que me suspendieron a mí y otros, por ahorrarla para el futuro, sino una concedida al departamento a petición del candidato. La cátedra de hoy ha ido de momento, y seguramente irá, como la seda. La otra sigue por ahí traspapelada, supongo. Y es que esto de las cátedras, siempre hay argumentos para darla o no darla, todo lo sólidos que se quiera. Con lo cual la cuestión se reduce a la ubicación del candidato con respecto a los poderes fácticos.

Y nos llega hoy una circular del primer catedrático que se digna en protestar por la desaparición del título de Filología Inglesa, B. Dietz. Con argumentos muy compartibles.

B. Dietz, por cierto, también tuvo algo que ver en el famoso examen de cátedra en el que me catearon. Inmediatamente tras la constitución del tribunal, se murió un tío suyo y se fue del tribunal. Al Rector le hice notar que no constaba un certificado de defunción entre la documentación de la prueba, pero al Rector le pareció impropio indagar en la cuestión. Aunque se le solicitase en un recurso con sello de entrada–al que sigue sin contestar a fecha de hoy. La callada por respuesta evita muchas justificaciones incómodas de dar. Y eso que se supone que hubo una investigación.

En resumen, las oposiciones no se aplazaron hasta después del funeral. Con el resultado de que en la infausta oposición, ningún candidato pudo obtener tres votos para pasar al segundo ejercicio... pues los restantes miembros del tribunal, los Dres. Onega, Garrudo, Martínez Vázquez y González Groba, votaron mucho, pero todos sincopadamente a favor de distintos candidatos, no había criterio unánime en reconocer los méritos de ningún candidato. Aunque, significativamente, sí había criterio unificado del tribunal a la hora de dar todos los miembros del tribunal la misma puntuación a cada candidato, por unanimidad. Así se daban votos de quedar bien a la vez que se suspendía a todo el mundo. Con el inconveniente colateral de que, dando la misma puntuación, unos votaban a favor del candidato y otros en contra, unos votaban aprobar a unos poniéndoles un dos, etc. ¿Que no se entiende? Pues claro: las cosas que ofenden a la lógica no hay quien las entienda. Pero al Rector esto tampoco le extrañó, y eso que es de Matemáticas.




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