Una magnífica y amenísima conferencia de Slavoj Zizek,
"Why Only Atheists Can Truly Believe", en ocho partes. Zizek moquea
como una fuente pero también emanan de él muchas ideas
fascinantes—sobre la sociedad postmoderna y sus hipocresías, sobre las
creencias y la fe, sobre el
Otro y la abyección... —y sobre la ideología en acción, la imbricación
en la vida
concreta de la que nos cuesta separarnos, para llegar a saber que sabemos cosas que nos sabemos
que sabemos. Y para empezar a situar cuáles podrían ser esas
cosas, haciendo un cognitive mapping
de nuestra situación, diferenciando la historicidad vivida de la
historicidad conocida. (Mi idea del narrative
mapping o del anclaje
narrativo va un poquito en esa dirección también).
Como suele suceder con él, Zizek es a la vez tendencioso
e interesante; pero en esta ocasión menos arbitrario y más interesante.
El Malo de la conferencia lo tiene la tentación de encontrar un
sentido global a las cosas, aunque sea un sentido incomprensible—la
religión
o religión descafeinada que busca encontrar un sentido al mal en el
mundo. Para Zizek esa es la revelación del libro de Job: que Job se
niega a encontrar ese sentido, a pesar de la insistencia de sus
"amigos". Reflexionando sobre este
fragmento de Pope, se me ocurre empero que en el límite el sentido
y la falta de sentido no tienen sentidos tan opuestos,
Una
(u otra) disensión: Zizek (en una concesión al Zeitgeist)
encuentra la
tolerancia repugnante y paternalista, como criterio para regir nuestras
relaciones con el Otro. Yo en cambio la encuentro esencial: creo que
siguiendo la lógica
de su propio razonamiento sí hace falta una dosis de tolerancia con
lo que no nos gusta pero hay que tolerar. Y una dosis de intolerancia,
claro, con lo que ni nos gusta ni hay que tolerar; es una distinción
esencial.
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