Viendo la exposición Tierra y libertad: Cien años de anarquismo en España, en el Palacio de Sástago. Todo un viaje a los años veinte y treinta, y a sus raíces decimonónicas, con abundancia de periódicos de la época, ejemplos de informes policiales, grabaciones propagandísticas, carteles, pistolas de la época, bombas modelo Mortadelo y Filemón, y otros materiales relacionados. Muy catalán era el movimiento anarquista (aunque no catalanista), pero también muy zaragozano, pues había muchos miles de afiliados a la CNT y hubo aquí mucho activismo, y también revueltas y atentados.
Se ve bien la exposición, y es informativa, aunque las exposiciones siempre son superficiales, claro—ésta llevará sin embargo un libro de acompañamiento, y un disco con canciones anarquistas. Me esperaba algo más hagiográfico-nostálgico, en la línea de la llamada "recuperación de la memoria histórica" que a veces es memoria muy selectiva... y algo de eso hay, en efecto, pero el tono elegido es de "neutralidad y equidistancia" entre los movimientos anarquistas y la sociedad burguesa a la que pretendían derribar o aniquilar. Y sí hay cierto sentimentalismo ambiental hacia los años de revolución. Como es un asunto situado a una cierta distancia histórica, es un tono digamos que tiene un pasar como neutro. Es para preguntarse, sin embargo, si es aceptable que una sociedad, por mucho que hayan cambiado los valores, se conciba a sí misma como equidistante entre el orden social que le precedió, y los que pretendían dinamitarlo y con frecuencia lo hicieron.
El anarquismo no se sostiene, evidentemente, como teoría política—ignora los elementos básicos de las sociedades y de la naturaleza humana, y lleva en sí mismo (en la misma imagen de sus líderes, o en los ministros anarquistas de cuando la guerra) el emblema de su contradicción irresoluble. A lo que voy es que una sociedad "burguesa" como la nuestra, pues burgueses son los organizadores de exposiciones, y su público y sus patrocinadores, se coloca en una posición un tanto falsa cuando juega a concebirse como equidistante entre los revolucionarios anarquistas y otro orden social bastante próximo al actual—burgués, capitalista, con estado, ejército, partidos y cárceles para terroristas, y toda la parafernalia. Con los terroristas de la ETA no sería concebible ni aceptable una exposición así, a menos que la organizase Eusko Alkartasuna—y sin embargo los terroristas anarquistas poco tenían que envidiarles a los etarras. O nada. Así, la exposición recrea el asesinato de Canalejas a modo de evento exhibible o espectáculo, o nos presenta la versión digamos "oficial" del mártir laico Ferrer Guardia, en un "juicio sin garantías". Pero el magnicidio de Canalejas (o el atentado en la boda del rey, o el asesinato del arzbispo de Zaragoza) debería ser condenado, no simplemente "observado" o "relatado"—y Ferrer Guardia era tan inocente de las conspiraciones anarquistas como Otegi pueda serlo de las acciones de ETA, o menos. Ya, se me dirá que quizá el conocimiento no tiene posicionamiento político ni ético. Pero yo creía que más bien toda la teoría del conocimiento reciente demuestra lo contrario.
Por suerte sí que hay una valoración ética inherente en la exposición de estos discursos anarquistas: y es la que se desprende de la misma estética y retórica de los propios documentos elaborados por los anarquistas. Que tiran para atrás. La que se exhibe en los carteles —indistinguibles de los falangistas, nazis o fascistas o comunistas, en su estética, era la moda de la época, los musculados activistas impersonales... O la que se oye en los discursos que se ven en los vídeos, su retórica enfática, predicadora e iluminada. En uno, un líder anarquista conmemora a sus compañeros caídos y señala hacia el horizonte de revolución que reivindicará sus esfuerzos... pero en su discurso recalca que el individuo no vale nada—nada. Sólo en la colectividad adquiere un sentido. Un discurso que (como los carteles) está a una con lo que predicaban los nazis, y los comunistas, y los fascistas y nacionalistas extremistas de todo tipo. Como si una suma de ceros individuales pudiese dar otra cosa que no fuese un cero. Este tipo de razonamientos los tenía cachados Nabokov, y los satirizó con inteligencia cruel en novelas como Barra Siniestra, con sus siniestros ekwilistas. En pocos sitios se ve más claramente esa noción de la ideología en el sentido de Althusser—como un modo de dotar al individuo de identidad social y sujetarlo imaginariamente a una función en la que vaya a ser un peón de fuerzas dominantes. Aquí se le preparaba al individuo para que pensase que no valía nada y que tenía que entregar su vida, lo más rápida y expeditivamente posible en muchos casos. Y si no ya se encargaban ellos, muchas veces: Durruti, como el Che, era ante todo un individuo de gatillo fácil y poco aprecio a la vida, propia o ajena. Más feo, eso sí—y si no por su cazadora de cuero, peor aún que le hubiera ido a su imagen.
Claro que no les faltan fans, ni al Che ni a Durruti. Ahora mismo en Radio Topo comentaban esta exposición los "antisistema", y despotricaban contra el organizador, Julián Casanova, como "el historiador oficial del Régimen" de Zapatero, etc. etc. Poniendo los puntos sobre las íes, decían que no había que hablar de "terrorismo" en el sentido de hoy, y justificaban el asesinato de Dato como un acto "democráticamente acordado" para "permitir el desarrollo del sindicalismo popular"... en fin. Y ponían el énfasis, cómo no, en la "legitimidad" de la violencia como respuesta a la violencia del Sistema, de los patronos y somatenes, etc.
Es cierto que salía el discurso anarquista de una situación de mucha opresión y de mucho sufrimiento, y, naturalmente, su ideal se puede presentar de manera idealista y con tintes positivos. Al igual que el ideal de la Nación Vasca, o del Tercer Reich... Pero queda en entredicho o más que en entredicho el discurso cuando nos fijamos en la llamada a los sacrificios y destrucciones necesarios para alcanzar esa Tierra Prometida... El tiro en la nuca a traición, las bombas en las bodas, y la "colectivización" a punta de gatillo. Una de las curiosidades anarquistas presentadas es un Juego de la Oca diseñado durante la guerra, para animar a la toma de Zaragoza. ("Exija cuatro fichas"). En la meta está la Basílica del Pilar ardiendo, y no cabe duda de que ese era el objetivo o símbolo anhelado por muchos. Allá donde tomaron la iniciativa, los anarquistas se dedicaron a subvertir la ley—la monárquica, o la republicana, la que tocase, y a imponer la suya por la fuerza—y la fuerza les falló. También son reveladores los discursos de supresión del capital, y el dinero... sí, en muchas cooperativas locales aragonesas se dedicaron a quemar el dinero de la República, pero también se exhibían aquí los billetes emitidos por los lumbreras locales después de haber suprimido el billete nacional. En fin—que cuando se habla del interés de los anarquistas por la cultura, muchas veces se obvia especificar a qué cultura nos referimos. Más bien kontrakultura, suele ser. También los batasunos tienen una amplia gama de actividades e intereses culturales, y así quieren que se los conciba. En suma, que a muchos no les quedará clara de la exposición la necedad y efectos perniciosos del discurso anarquista, y más bien se los representa aquí como un fenómeno histórico que pasó, con sus aspectos problemáticos— cuando no como una simiente de liberación y bello sueño que acabó dando su fruto por caminos indirectos...
Los años veinte y treinta eran años de masivos movimientos de masas, gigantescas manifestaciones, desfiles, milicias, uniformes, himnos para aquí y para allá, sueños de remodelación total de todo lo existente, de acabar la historia, de llegar por fin al gran momento de la Gran Limpia, y barrerlo todo, y crear el Hombre Nuevo... Horror, estas nociones apocalípticas de la historia, y ya vemos en lo que acabaron. Es curioso que por entonces no había seguimiento masivo a los equipos de fútbol. Algo de esta energía mal encauzada iba a los toros, pero insuficiente por lo que se ve. Mucha energía buscando vías de expresión, y sobre todo mucha testosterona buscando salida, eso también había. Despúes de las grandes guerras de la primera mitad del siglo, el desarrollo de la televisión y del fútbol se encargarían de reorientar gran parte de estas furias acumuladas, hacia las catarsis de la tarde del domingo. Franco promocionó mucho el fútbol, como garantía de orden social, y lo mismo han hecho quienes le han seguido. Es una plaga, pero el nivel del personal es el que es, y mejor estamos con eso que con los desfiles de Pioneros y de Flechas y Falanges y Grupos de Choque y Voluntarios Viriles. También, para los vocacionales irredentos, están los piquetes de los días de Huelga General.
Es de temer que bastantes de estos anarquistas de Zaragoza estén entre las víctimas de los fusilamientos masivos realizados por el bando fascista a lo largo de la guerra, y en la posguerra. En el cementerio de Torrero puede verse el monumento recién inaugurado, muy bien pensado (aunque habrá que ver cómo aguanta el tiempo). Es una larga espiral de postes con los nombres y datos, cuando se conocen, de los fusilados. Culmina en un bloque rojo tipo constructivista. Los de los fusilamientos era una cosa bastante sistemática, por lo que se ve, a razón de entre diez y veinte por día en los días de faena, con temporadas bajas y altas. Y en domingo no sé si fusilarían, pero algunos aparecen ejecutados el día de Navidad. Una matanza organizada, mientras la vida en la ciudad seguía para muchos, en la medida de lo posible, como si tal cosa. Era un plan nazi total; aquí tampoco lo sabían, o lo sabían sólo en voz baja, o el asunto había tomado esa dinámica... y donde mandaban los otros, hacían parecido (véase Paracuellos...).
Ojala nos veamos libres para siempre de estas furias guerreras, estas masas airadas y estas dinámicas perniciosas—por mucho que se disfracen de patria, de religión, de justicia, de revolución cultural, o de lo que la testosterona les dé a entender, y los discursos de sus líderes. Que también los tenían los anarquistas, faltaría plus, a dónde iríamos sin líderes.
Que elocuente eres.
ResponderEliminarTengo que ir a ver la exposición que no he podido ir todavía.
Saludos.
Extenso artículo, pero bueno, como no dice mucho, profundamente, sobre la exposición, no me chafa nada y me pica la curiosidad. ¿Es posible saber el horario de visita que tiene la exposición?
ResponderEliminarUn saludo.