jueves, 24 de marzo de 2011

Sobre mundos paralelos


NATURE PODCAST: PARALLEL WORLDS


Habla Brian Greene de su libro Hidden Reality,
donde expone la tesis del multiverso basada en la teoría de cuerdas. Vuelve entre otras cosas la teoría del Eterno Retorno, cansinamente... pero ello no es prueba suficiente del Eterno Retorno.

La clave del asunto es, dice Greene, si los universos pueden influir de alguna manera unos con otros, de manera experimentalmente comprobable: si no, se trataría de una pura construcción matemática, un problema en la cabeza de alguien, o un pseudo-problema desde el punto de vista científico. La prueba que propone es la existencia de interferencias en la radiación de fondo, y también la investigación de variaciones en la energía procedente de la colisión de partículas—si desaparece energía, sería que ha pasado a esa "otra dimensión" de un universo paralelo. En los últimos diez años, dice, se han hecho no sólo progresos instrumentales haciéndose con aparatos de medición (el Gran Colisionador de Hadrones) sino también grandes avances teóricos en el desarrollo matemático de la teoría de cuerdas. Así que seguiremos escuchando la radiación de fondo...

Pero evidentemente la discusión matemática está aquí a un nivel que no va a producir claridad ni acuerdo ni entre los propios matemáticos, sino más bien una proliferación de teorías y escuelas sobre lo que es aceptable o no aceptable como modelo, cuánto menos a la hora de buscarle un correlato físico. Y las indicaciones experimentables que propone Greene son tan remotas e indirectas que podrían ser prueba de la teoría,

o de un deseo desmesurado de que se verifique... o quizá de un enchufe defectuoso en algún sitio.


George Ellis reseña este libro en Nature y concluye que es más teoría y especulación que hechos probados. De momento, seguiremos encerrados en nuestro universo único, que de hecho nos viene grande, y los demás, en la medida en que se nos alcanzan, estarán contenidos en éste—en teorías y en novelas de ciencia-ficción y de ficción-ciencia.

Recuerda esta discusión sobre el multiverso a la que se producía en el siglo XVII, cuando comenzaba a calar en las mentes ilustradas la idea de la enormidad del universo y la existencia de "otros mundos"—pienso en obras como las Conversaciones sobre la Pluralidad de los Mundos (1686) de Fontenelle. Siglos después, hemos aprendido bastante sobre la realidad de esos mundos—pero quizá la realidad más importante nos resistimos a admitirla: que son inhabitables para la humanidad y siempre lo serán, al margen de incursiones simbólicas o imaginarias.

Por cierto que habría que diferenciar la teoría de los mundos paralelos de Greene, o de Hawking, de otras especulaciones parecidas pero no tanto, o diferentes pero no tanto—otras teorías que parecen el alter ego de esta teoría del multiverso, clonadas en otra realidad alternativa. Abundar, abundan, los mundos paralelos y si no paralelos, al menos divergentes. Ahora estamos leyendo con los niños Luces del Norte (Northern Lights, 1995) el primer volumen de la saga de Philip Pullman His Dark Materials—el que se filmó en la película La Brújula Dorada.  El padre de la heroína Lyra, Lord Asriel, explica así su propósito de tender un puente entre las diversas realidades:

–¿Qué es ese otro universo?—le preguntó ella.
—Uno más de los innumerables billones de mundos paralelos. Hace siglos que las brujas tienen noticias de ellos, pero los primeros teólogos que demostraron su existencia de forma matemática fueron excomulgados hace cincuenta años o más. Pese a todo, es verdad; no hay forma posible de negarlo.
    "Pero nadie había considerado jamás la posibilidad de transitar de un universo a otro. Nos figurábamos que era una violación de las leyes fundamentales. Pues bien, estábamos equivocados; aprendimos a ver el mundo de arriba. Si la luz puede atravesarlo, ¿por qué no hemos de poder hacerlo nosotros? Pero tuvimos que aprenderlo, Lyra, de la misma manera que también tú has aprendido a usar el aletiómetro [la "brújula dorada"].
    "Ahora bien, este mundo, como otro universo cualquiera, es resultado de la posibilidad. Tomemos el ejemplo de una moneda: la arrojamos al vuelo y el resultado puede ser cara o cruz. Antes de que toque el suelo ignoramos de qué lado caerá. Si el lado es cara, significa que la posibilidad de que fuera cruz ha quedado eliminada. Pero hasta ese momento las posibilidades eran las mismas.
    "Sin embargo, en otro mundo podría ser cruz. Cuando ocurre tal cosa, los dos mundos se separan. Utilizo el ejemplo de arrojar una moneda para que resulte más claro. En realidad, estos fallos de lo posible ocurren al nivel de las partículas elementales, pero se producen de la misma manera: en un momento determinado son posibles varias cosas, un momento después ocurre una sola y las restantes dejan de ser posibles... salvo que hayan surgido otros mundos donde podrían serlo." (389)

Y de ahí pasa Lord Asriel a grandiosos planes de pasar de un mundo a otro y (es más) acabar con la Muerte y la Destrucción del Mundo. Está más claro quizá en este ejemplo que los deseos de materializar otros mundos u otras alternativas realizadas es (antes que una estructura posible de la realidad) ante todo un sueño característicamente humano, de corregir la vida como es— ligado a la frustración por la mortalidad y del paso irremediable del tiempo, y por las elecciones y opciones que quedan atrás, sin realizarse en ningún mundo que no sea un mundo inventado. Mundos alternativos hay muchos en la ficción, no sólo en Ada  de Nabokov—y de hecho es en ese sentido en el que nuestra realidad es inmediatamente un multiverso; hay muchas ficciones, pero están en ésta. Aparte, cada cual vive en su mundo particular, imperfectamente coincidente con el de otras personas. Y los mundos generados por los matemáticos son especialmente inhabitables para los demás.


 
 
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