Que no, que no va a dejar de gustarme Carla Bruni así por cosí, porque se haya casado con Sarkozy. Me refiero a sus canciones. Así que voy y me compro su disco, que decían que no vendía un clavel porque es el típico material de descarga por internet. Pues yo, como quien no quiere la cosa, voy y la subvenciono, hala. Si esto no es un lujo asiático, echarle unos durillos a Mme. la République, pues ya me dirán.
Además me parece genial que (como Sonsoles) siga con su carrera musical como si tal cosa, tras la boda real. Qué poco Letizia, mira si podía seguir presentando las noticias en el telediario (o en los programas del corazón—por ejemplo, "Se rumorean desavenencias entre los príncipes de Asturias por la decisión de la princesa de continuar su carrera televisiva...").
Lo último mío es que el agua ha subido un poquito de temperatura últimamente, y se puede uno bañar bastante. Que mañana es el cumpleaños de Álvaro, y que sigo trabajando en mis cosas pero muchas no las puedo colgar por mala conexión wifi—tengo mi portátil incomunicado. Pero aparte no pasa gran cosa. Mucha lectura, mucha playa, y mucho paseo con la familia por el pueblo y por la costa. Aparte de a Carla Bruni, oímos mucho a Carmen París (Incubando), Teresa Salgueiro, y Juliette Noureddine. Y a Sarah Brightman, que ahora mismo estará cantando en la inauguración de los juegos de Pekín. Por las tardes vemos en la tele "Hipólito", o sea, el serialón de siempre, Amar en tiempos revueltos, y los miércoles La mujer biónica. Me estoy leyendo cosas como Los mitos de la guerra civil de Pío Moa, Strategic Interaction de Goffman y House of Leaves de Mark Z. Danielewski. Y seguimos con Hegel también, con la Fenomenología del Espíritu, que no todo va a ser verano y playa y Carla Bruni.
Recuerdos a Teresa Force si lee esto, en Córcega o donde sea.
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