Menudas olas ayer en la playa—no dejamos bañarse a los niños, que les encanta saltar olas, porque estas son de las que mandan a la gente dando tumbos por el suelo, o los estampan contra el fondo. A pesar de eso, muchos se lo pasan en grande con las olazas, y un pobre señor se lo lleva la ambulancia con el cuello y una pierna torcidos. Debe ser la luna llena la que produce semejantes olas—desde casa las oímos.
Y también está el fenómeno de los crímenes de la "luna de sangre" de agosto. Dice la mitología popular que los crímenes "pasionales" son especialmente frecuentes las noches de luna llena especialmente en el mes de agosto, y desde luego esta luna de agosto no ha hecho nada por desmentirlo. Tres mujeres asesinadas en unas pocas horas: hace poco una en Ontiñente según el tradicional rito de primero la mato y luego me suicido; otra en Vigo anteayer, de una pareja de brasileños, que muere tras una paliza que le dan delante de sus niños. Y otra ayer de Europa del Este, en Tenerife, que volvió el marido con orden de alejamiento, disfrazado y con malas intenciones, con intención de "ejecutarla" según dice una feminista (Cristina Alberdi) en la radio. Se suponía que eran las mujeres las más susceptibles a la influencia de la luna. Pero parece que no andamos a falta de lunáticos tampoco.
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