Aquí estoy tecleando en mi balconcillo frente a la ría de Pontevedra, con las Cíes al fondo, jo qué lujo de rato, reescribiendo mi artículo de próxima aparición sobre "crítica acrítica, crítica crítica". Pero me interrumpe Beatriz para que nos vayamos a dar un baño en la playa de abajo—aprovechando que no hay nadie. Baño que sería nocturno si no por la hora de desfase que llevamos aquí en el Far West. Allá vamos, golfiños.
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Pues estaba el baño de vicio, y el paisaje de la ría increíble, crepúsculo con niebla y arco iris, y con los últimos rayos del sol iluminando los barcos a ras del agua. Lástima de foto: esa es de las que se quedan fotografiadas en la mente, sin embargo.
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