Leo en un libro de Punset, Cara a cara con la Vida, la Mente y el Universo, un dato curioso que desconocía. Resulta que la información que nos constituye a los humanos y demás animales sexuados no la heredamos al cincuenta por ciento de la madre y del padre. Ya sabíamos que el padre pone parte de la información, y la madre pone la chicha. Pero resulta que la madre pone mucha más información que el padre: la información del ADN mitocondrial (ese mismo que por transmitirse por vía materna nos permite llegar a la Eva primigenia), que la despreciamos porque no nos da características como los ojos que se parecen al padre o la nariz que se parece al tío Frutos. Información es, y es la que permite construir las células y que funcionen, nada menos. O sea, que somos más matrilineales que patrilineales. Para compensar están los apellidos, y las mitologías machistas.
Por cierto, el libro de Punset también lo acabo de perder, en la consulta de mi fisioterapeuta, mientras no se demuestre lo contrario. Como mi memoria, que pronto ya no me quedará memoria que perder, como no sea la que se conserve en las mitocondrias.
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