Esta novela de Mark Z. Danielewski les ha gustado mucho a los chavales por sus extravagancias tipográficas: páginas con tipografía expresiva y descolocada, un poco al estilo Geronimo Stilton, o párrafos tachados, páginas en blanco, fotos e ilustraciones de sentido indeterminado... Esta atención a la "forma física del libro" le gustó mucho también a N. Katherine Hayles, y a partir de allí se ha convertido House of Leaves en parte del canon postmodernista. Ivo ha hecho una serie de dibujos donde entre sus batallas de gormitis y dragones aparece el libro, al que llama "House of Leaves: El libro tonto". Lo cual es francamente exagerar—Ahora que también es exagerar el hacer de él un libro de culto o la última obra maestra de la literatura del siglo XX—aunque algunos van más allá y lo colocan como la gran novela experimental del siglo XXI—para lo cual le faltan varios meses y varios hervores.
Entre los aspectos tontos del libro está su vocación de desconcertar incluyendo materiales innecesarios e irrelevantes—parece que además de la historia central, o de las dos historias centrales, el autor ha cogido unos cuantos papelillos y fotos que tenía guardados en el cajón y los ha incluido como cartas, poemas, anexos que no quedan extraordinariamente bien integrados al conjunto. Su capacidad de sorpresa, desde luego, no está a la altura de su irrelevancia, y poco parece memorable en estas divagaciones y petardillos finales del libro.
En cuanto a la historia principal, es en sustancia una historia de casa encantada, minimalista, pero envuelta en abundante texto adicional, a modo de aparato editorial. Tratemos, por partes, con la historia y con sus envoltorio por turnos.
Will Navidson es un famoso fotógrafo y reportero cinematográfico, que tras una carrera coronada por el Pulitzer se retira a vivir una vida tranquila con su mujer Karen y dos pequeños. Acaban de comprar una casa supuestamente tranquila de Virginia, como concesión a las ansias de vida familiar de ella—aunque Navidson no puede evitar llenar la casa de cámaras, rodando imágenes de la familia que luego empleará en un documental. Pero resulta que la casa empieza a comportarse de modo extraño. Parece medir más por dentro que por fuera, y empieza a sufrir cambios primero pequeños, luego alarmantes. Aparece un armario que no estaba antes. Y de repente, un fenómeno más que intrigante: aparece un pasillo imposible, que lleva desde dentro de la casa a un espacio que no existe fuera de ella. Navidson, en lugar de mudarse inmediatamente como querría Karen, decide explorar ese pasillo. Primero solo (casi se pierde en la oscuridad) y luego contratando un equipo de aventureros especialistas. Van poniendo señales por el camino, y siguen un hilo de pescar para no perderse. Pero la aventura termina mal: el pasillo conduce a un laberinto al parecer ilimitado de salas, pasillos y escalinatas, todo en la oscuridad total—pasan los días, y la desorientación y angustia llevan al jefe a disparar contra sus acompañantes, y luego a suicidarse. Uno de ellos se salva. Las tensiones en la familia son ahora mayores: y mientra hacían las maletas para irse, la casa les ataca, con violentos cambios de forma—casi mueren los niños, y el que sí muere es un hermano de Navidson, Tom, que le había ayudado en sus exploraciones. Ahora sí que se mudan de casa los Navidson, y la cierran. El episodio también lleva a una separación de hecho de la pareja. Unos meses después, Navidson vuelve solo a la casa, decidido a explorarla él mismo y a filmar lo que vea. Va en bicicleta, arrastrando un carrito de provisiones. Y recorre cientos de kilómetros de pasillos y llanuras subterráneas, en una dimensión de la realidad a la que sólo se accede a través de la casa. Vive el viaje como un viaje a los límites de la realidad, de sus temores y de la desesperación, y llega al límite del laberinto perdiéndolo todo, a un sitio donde no hay sino la oscuridad y sus propios pensamientos, sin suelo ni paredes ni luz, y allí filma sus últimas imágenes. Pero repentinamente (como ya sucedió antes) el laberinto se abre de repente y lo echa fuera, esta vez porque su mujer (his estranged wife) ha venido a buscarlo—. Se salva Navidson de esta experiencia inexplicable, aunque lesionado; y vuelven a cerrar la casa, y se enfrentan, unidos y castigados por la vida, a los años de su madurez. Con las grabaciones de Navidson se elabora un documental sobre la casa y su exploración, The Navidson Record, que tiene cierto éxito de público y un gran éxito de crítica.
Esta historia está narrada indirectamente en House of Leaves: el texto principal de la novela es una descripción y comentario de The Navidson Record escrito por un tal Zampanò, un viejo intelectual de origen europeo; se encuentra el manuscrito en su desordenada casa o el almacén donde vivía en América, tras su muerte. Zampanò aparece como el autor ficticio de House of Leaves—una de sus condiciones para la publicación del manuscrito. Pocas cosas sabemos de Zampanò, al margen de su amplia cultura: el comentario de The Navidson Record muestra familiaridad con una amplia tradición literaria y crítica; combina el tono narrativo, la descripción (no de la acción, sino de "una película que narra la acción") y el comentario crítico, donde se especula sobre el significado simbólico que adquiere la casa en la película, sobre arquitectura, sobre la estilística fílmica de Navidson, sobre los conceptos de espacio, de eco, de laberinto, de los límites de la representación, etc. Todo esto mezclando fuentes críticas reales (como Bachelard, Derrida) con fuentes ficticias—artículos de prensa, ensayos, análisis y tratados de la supuestamente amplísima literatura crítica inspirada por The Navidson Record en los años 90.
Pero este libro de Zampanó, que podemos llamar "House of Leaves by Zampanò" o sea, el que se presenta como comentario crítico real de una película realmente existente, se presenta anotado y comentado a su vez por un editor: Johnny Truant. Johnny no es un editor académico: nos cuenta básicamente cómo localizó el manuscrito, y que no puede dar fe de la existencia real de The Navidson Record. Aunque lo respeta y admira, no entiende a Zampanò, tiene menos cultura que él, y en realidad sus notas son la excusa para contarnos su propia historia—una novela en primera persona, o más bien una secuencia caótica de sus problemas con las drogas, sus encuentros sexuales ocasionales con chicas que están de muerte, y su lento descenso del proletariado fashion (trabaja en tatuajes) a la marginalidad, el caos y la locura. A Johnny lo acechan ataques de pánico y traumas mal curados de su niñez—era un niño adoptado, antes maltratado y a la vez querido por su madre; una historia que se va contando en anexos, cartas y notas al pie que en efecto vienen a convertir House of Leaves en dos historias alternas que se intercalan sin tocarse mucho: la aventura de Navidson con su casa de pesadilla, y el descenso de Johnny al caos de la marginalidad y el desequilibrio mental. Como se ve, puede establecerse una relación simbólica o de analogía entre ambas historias... pero no da para mucho más, y el efecto es a veces más bien el de materiales acumulados caóticamente, o mal cosidos, que el de una obra cuidadosamente diseñada como dos historias alternas. Entrecruzadas, poco se entrecruzan, como no sea cuando Johnny localiza a antiguas "lectoras" que trabajaban con Zampanó, o a "traductoras" que le ayudan con sus notas, y luego echan unos polvos de antología. Poco tiene esto que ver con la edición de manuscritos encontrados (al menos in my experience).
Las relaciones entre Zampanó y The Navidson Record, así como entre Johnny Truant y Zampanò, se presentan como reales: Navidson existe para Zampanò, y Zampanò existe para Johnny. Sin embargo, la existencia de Navidson y su película ya es más dudosa para Johnny, como si la mediación fuese así de indeterminizante y de poco fiable. Ello lleva a figurar esta novela como un núcleo de ficción y de misterio (la casa) rodeada por capas de transmisión tanto más inciertas a medida que nos acercamos a la oscuridad central del laberinto.
Todavía hay capas más externas: unos supuestos editores que conocen a "Mr. Truant" editan sus materiales literarios, que han ido circulando de manera fragmentaria o desordenada (como la película The Navidson Record, rodeada de una serie de cortos complementarios, fragmentos previos, trozos sin editar, etc.). A veces, un comentario o nota de Zampanó sobre The Navidson Record es anotado por Johnny, y luego reanotado (o es corregida la anotación) por los editores.
De estos editores y su reorganización de los fragmentos del libro de Johnny se pasa casi imperceptiblemente a los editores de un texto de Mark Z. Danielewski, titulado House of Leaves (o quizá House of Leaves, by Zampanò), que también acumula materiales heterogéneos, y también ha ido apareciendo fragmentariamente por aquí y por allá antes de esta edición... Bueno, se nos anuncian diferentes ediciones, según incluyan más o menos convenciones tipográficas, colores o ilustraciones. La cuestión es que hay un fundido entre la realidad y la ficción, una transición por una serie de pasos que nos lleva desde el libro físico y real que tenemos (me consta la existencia de Danielewski, porque lo he visto por videoconferencia), hasta los acontecimientos fantásticos y siniestros en el núcleo de la casa.
Como se verá es una estructura y planteamiento literario con bastantes posibilidades para la complicación experimental—casi diseñada para encandilar a los críticos. Y la novela se nos presenta (a modo de The Navidson Record) como algo que tiene un respetable éxito de público y un enorme éxito de crítica—un proceso casi ya prefigurado en la propia novela, y al parecer deseado por ella. También tiene esto un cierto regusto de fenómeno mediático autoconstruido, o de libro con instrucciones para convertirlo en libro de culto. Lo cual es un tanto irritante (como si la novela soñase con generar por anticipado la exhaustiva literatura crítica que genera The Navidson Record en su ficción)—pero no deja de tener su interés como forma y fenómeno narrativo. Si a esto le añadimos la tipografía expresiva, el resultado prometía ser irresistible. Lástima que también tenga muchos elementos que trabajen en contra: el efectismo de sus efectos tipográficos, la indirección del método narrativo, que distancia a los personajes, y no logra interesarnos mucho por ellos toda la literatura psicológica que se nos cita sobre sus relaciones (que sugiere un caso serio de sobrecomentario). Tampoco se vuelve más interesante la historia de sexo y drogas de Johnny por aparecer en notas al pie inconexas con el texto, ni su caos se acaba de volver forma. Sí son más interesantes los aspectos de reflexividad de la novela—que para eso se ha escrito de esta manera, claro; para casas siniestras ya tenemos a Stephen King. Cuyos comentarios ficticios sobre esta historia o casa aparecen, junto con los de Harold Bloom, Camille Paglia, y toda una colección de personajes reales ficcionalizados. También se encuentra Johnny consigo mismo entre sus páginas, y Danielewski como el gran relojero detrás de la máquina, cuya presencia es intuida por Johnny. Esperando, desde ese cierto endiosamiento, el éxito viral que tuvieron The Navidson Record y el libro de Johnny, y que se muere de ganas de tener esta novela. Lo invoca como puede.
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